BELLEZA: LOS PIES. CALLOS Y ASPEREZAS
A pesar de que los pies constituyen una de las partes más importantes de nuestro cuerpo, ya que sostienen todo nuestro peso y nos permiten desplazarnos, los sometemos a una serie de torturas, sobre todo por el uso de calzado inapropiado. ¿Vale la pena estar a la moda a cambio de callos y asperezas?
Prácticamente todos hemos sufrido dolores en los pies, ocasionados por el uso de calzado que no corresponde a la anatomía de nuestras extremidades. Es sólo cuando hay dolor que nos acordamos de ellos y acudimos al médico especialista (en este caso el podólogo) para que resuelva un problema que se pudo haber prevenido.
Una de las causas principales de dolor en los pies es la formación de callos en la parte superior de la piel, que se vuelve anormalmente gruesa y forma una almohadilla como respuesta a fricción repetida. Existen dos tipos: los duros, que se forman sobre las articulaciones de los dedos de los pies, y los blandos, que aparecen entre los dedos, siendo su consistencia más húmeda; el dolor se presenta porque el engrosamiento de la piel presiona sobre el hueso que se encuentra debajo de la piel.
Asimismo, es interesante saber que a través de algunas investigaciones se ha concluido que aquellas personas con el arco del pie más alto de lo habitual presentan más callosidades. Esto se debe a que, al no apoyarse la parte media del pie como es normal, las articulaciones que hay entre los huesos de los dedos (falanges) se flexionan y “levantan” ligeramente, lo que provoca a su vez que el calzado roce con la piel de esa zona, y en consecuencia aparezcan callos.
En función a esto, algunos tratamientos comunes consisten en utilizar aditamentos que eviten el roce del zapato con el callo, así como parches con almohadillas, o plantillas ortopédicas, accesorios que no corrigen la deformidad, pero que sí evitan el dolor para que el paciente realice todas sus actividades sin mayor problema.
Es un hecho que existe cierta predisposición genética (herencia) a estos padecimientos, por lo que no resulta nada raro que si nuestros padres o abuelos han sufrido este problema, nosotros repitamos el cuadro. Las mujeres son más propensas a desarrollar callos por el tipo de zapato que usan (estrecho, puntiagudo y alto), aunque los hombres no son ajenos al problema, sobre todo si consideramos el uso frecuente de botas “vaqueras” con punta, por ejemplo, o calzado muy ajustado.
Como señalamos antes, es mejor prevenir los callos que tratarlos, para lo cual hay que evitar el roce con el zapato; pero, si ya existen, pueden llegar a desaparecer mediante el uso de calzado apropiado, esto es, lo suficientemente ancho y con tacón no mayor a 3 centímetros de alto que evite molestias.
En caso que los callos nos impidan llevar a cabo nuestra vida cotidiana, la cirugía es un recurso eficaz para corregir la deformidad y así evitar la presión del hueso sobre la piel. Si usted está en esta situación no lo deje para después y elimine esas callosidades, pues con el paso del tiempo el tratamiento se hace más complicado y los resultados no son tan efectivos.
Desagradables y molestas
A su vez, las asperezas en los pies pueden ser eliminadas si se atiende su origen, siguiendo las indicaciones del podólogo, quien en primer lugar debe reconocer de qué tipo de aspereza se trata. De esta manera, si la piel está cuarteada y los pies despiden mal olor, puede ser indicador de que hay algún hongo o infección en la piel (pie de atleta), que no va a desaparecer por sí sola y que necesita cremas, polvos o aerosoles medicados.
Ahora bien, cuando estamos seguros que no tenemos ningún problema en la piel podemos, incluso, después del baño (elemento fundamental en la salud de los pies), reducir poco a poco esas asperezas mediante una piedra pómez o recurrir al especialista para que las retire con instrumento filoso (escalpelo).
No podemos dejar de lado a las personas con diabetes, las cuales deben poner especial atención en las lesiones que puedan sufrir en los pies, pues las alteraciones en su metabolismo inducen a una condición anormal en los tejidos. Por ello, tanto callos como asperezas se curan más lentamente que en una persona sana, lo que debe ser razón de más para buscar atención médica en cuanto aparezcan las primeras molestias.
Pocas veces reconocemos que nuestros pies son la base del equilibrio y el soporte de nuestro cuerpo, hecho que debería bastarnos para prestarles la atención debida, ¿no cree usted?