Es importante que el tiempo en que una persona está de vacaciones sea eso mismo: una época de descanso. Hay que sacarle partido al tiempo que se dispone de vacaciones. No sólo hay que hacer algo alejado de la rutina del resto del año sino que es vital aprovechar eso que vamos a hacer.
La meta de las vacaciones es doble. Por una parte conseguir un descanso físico. Este vendrá producido por un cambio de los grupos musculares afectados. Y por otra, un descanso mental al desplazar nuestra atención hacia otros objetivos. Para conseguir que dichos cambios produzcan un efecto positivo en el individuo es fundamental diseñar un “plan de actuación general de diversión” y por supuesto cumplirlo. Pero ¿en qué consiste este plan?
La idea central es el aprovechamiento físico y psíquico del tiempo de ocio. No se trata de llenar de contenidos los días que vamos a disfrutar de vacaciones sin que quede ni un solo instante por cubrir. En el otro extremo tampoco hay que dedicar las vacaciones a fomentar la pereza. En ambos supuestos las vacaciones no cumplirían su cometido de relax. A la vuelta a la rutina diaria la persona presenta un aspecto fatigado (por hacer demasiadas cosas o por no hacer nada) y posiblemente, sin haberse librado de las dosis habitual de estrés.
La autonomía personal y el manejo del tiempo deben ir interrelacionados. La sensación de haber aprovechado bien el tiempo de vacaciones estará en función de la utilización de esa autonomía (al fijar los propósitos y objetivos a cumplir) y en función del tiempo utilizado para la misma.