¡Hacer ya, tener ya! [15-04-2020]
Vivimos en la era de la tecnología o eso se dice, con muchas aplicaciones en todos los ámbitos y también con sus consecuencias, una de ellas, sobre la que he reflexionado, es la inmediatez. Lo queremos todo, lo queremos ya, nos convertimos en adictos al corto plazo, buscamos la recompensa del ahora y a veces la única recompensa que obtenemos es la insatisfacción. Presa de la inmediatez perdemos capacidad de reflexión y pensamiento crítico, este afán por no perder un sólo segundo nos acarrea efectos secundarios como la prisa y la impaciencia, cuando cedemos a sus dictados y buscamos resultados inmediatos, quedamos abocados al “hacer ya” y al “tener ya”, y entonces no nos queda tiempo para “ser”.
Y esta realidad, todavía se ve aumentada por las nuevas tecnologías de la comunicación, a veces estamos tan absorbidos por nuestro hábitos socio-tecnológicos, que muy pocas veces nos permitirlos cuestionarlos, pocas veces nos damos cuenta de que el aburrimiento, la impaciencia y la necesidad de tenerlo todo para “antesdeayer”, sólo nos muestran nuestra desconexión interna. En este contexto la palabra “esperar” adquiere una connotación negativa de irritación, exasperación y desesperación, pero me pregunto que si el objetivo es no perder el tiempo, por qué lo dedicamos, a veces, a quejarnos por lo lento que va todo o a verbalizar nuestra frustración por no soportar que nos hagan esperar.
Como he podido comprobar (tengo WhatsApp hace apenas unos meses) se encuentra, a veces, muy extendido ese sentimiento de inmediatez, de estresante disponibilidad constante. Muchas veces no nos tomamos el tiempo suficiente para leer, ver, escuchar, todo lo que se alargue un minuto más de lo que nos autoimponemos como tiempo de lectura o visualización, queda muchas veces relegado, incompleto. Cobra importancia parar, ver, mirar, escuchar, pensar, respirar calmadamente… Lo cierto es que la prisa y la impaciencia no sirven de mucho, las cosas van a seguir yendo a su ritmo, por más que tratemos de que se adapten a nuestro exigente guión, marcado por la cultura de la inmediatez. De ahí la importancia de cultivar el arte de la paciencia. Es necesario que nos recordemos de vez en cuando que todos los procesos que conforman nuestra existencia tienen su particular tiempo.
A pesar de todo ello, cómo todo es complejo y contradictorio en esta vida, también tiene sus virtudes la inmediatez, al igual que ese vino que tomado con medida no puede ser causa de mal alguno. Se me ocurre un ejemplo culinario que recoge y sintetiza los elementos de esta reflexión. “Cuando elaboramos un delicioso arroz con todo nuestro cariño, relajadamente, con calma, vamos preparando el fondo, le dedicamos su tiempo al sofrito y al caldo o fumet, conscientes de que son elementos esenciales para el buen fin y éxito de nuestro plato, pero tenemos otro proceso que sumado a los anteriores nos llevaran a la exaltación gastronómica cuando disfrutemos de nuestro arroz y de nuestros acompañantes, la cocción adecuada del arroz y su tiempo”. Esto último si que es inmediatez contradictoria, debemos esperar por el arroz y no el arroz por nosotros si queremos disfrutarlo plenamente, un buen arroz se hace esperar, requiere paciencia.
Buen y plácido día a tod@s!!!
Os quiero Bandid@s!!!
“…debes entender, pequeño hobbit, que lleva mucho tiempo pronunciar algo en lengua Ent. Y nunca decimos nada, a menos que merezca la pena el tiempo que requiere decirlo.” Fragmento de “El Señor de los Anillos” donde Bárbol contesta al requerimiento de premura de Pippin durante el concilio de los “Pastores de Árboles”, los “Ents”.
Hoy os dejo una canción para escapar de la ansiedad y la prisa, para escuchar pacientemente durante sus “largos y eternos” tres minutos y cuarenta segundos de duración. “Escapar”, de Moby con Amaral.
