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PSICOTERAPIA. Propósito, proceso, y práctica

 

Introducción

1. La psicoterapia es la única forma de terapia que existe. Puesto que sólo la mente puede estar enferma, sólo la mente puede ser sanada. Sólo la mente tiene necesidad de sanación. Este no parece ser el caso, pues las manifestaciones de este mundo parecen bastante reales. La psicoterapia es necesaria para que un individuo pueda comenzar a cuestionar su realidad. Algunas veces puede comenzar a abrir su mente sin ayuda formal, pero incluso entonces es siempre algún cambio en su percepción de las relaciones interpersonales lo que le permite hacerlo. Algunas veces necesita una relación más estructurada y extensa con un terapeuta “oficial”. En ambos casos la tarea es la misma: el paciente debe ser ayudado a cambiar de idea acerca de la “realidad” de las ilusiones.

Puesto que sólo la mente puede estar enferma, sólo la mente puede ser sanada. Sólo la mente tiene necesidad de sanación.

1. El propósito de la psicoterapia

1. Muy sencillamente, el propósito de la psicoterapia es eliminar los obstáculos a la verdad. Su objetivo es ayudar al paciente a abandonar su fijo sistema ilusorio, y comenzar a reconsiderar las espurias relaciones causa-efecto sobre las cuales descansa este sistema. Nadie en este mundo se escapa del miedo, pero todo el mundo puede reconsiderar sus causas y aprender a evaluarlas correctamente. Dios ha dado a todo el mundo un Maestro Cuya sabiduría y ayuda sobrepasan ampliamente cualesquiera contribuciones que un terapeuta terrenal pueda proveer. Sin embargo, hay momentos y situaciones en las cuales una relación terrenal paciente-psicoterapeuta se convierte en la manera a través de la cual Él ofrece Sus más grandes regalos a ambos.

2. ¿Qué mejor propósito podría una relación tener que el de invitar al Espíritu Santo a entrar en ella y dar Su Propio gran regalo de regocijo? ¿Qué más alta meta podría haber para cualquiera que la de aprender a invocar a Dios y escuchar Su Respuesta? ¿Y qué objetivo más trascendente puede haber que el de evocar el camino, la verdad y la vida, y recordar a Dios? Ayudar en esto es el propósito correcto de la psicoterapia. ¿Podría algo ser más santo? Pues la psicoterapia, entendida correctamente, enseña el perdón y ayuda al paciente a reconocerlo y a aceptarlo. Y en su sanación el terapeuta se perdona junto con él.

3. Todo el que necesita ayuda, sin importar la forma de su sufrimiento, se está atacando a sí mismo y, como consecuencia de ello, la paz de su mente está sufriendo. Estas tendencias a menudo se describen como “autodestructivas” y, con frecuencia, el paciente mismo las percibe de esa forma. De lo que no se da cuenta y lo que necesita aprender, es que ese “yo” que puede atacar y también ser atacado es un concepto que él ha fabricado. Aun más, lo atesora, lo defiende y en ocasiones incluso se encuentra dispuesto a “sacrificar” su “vida” en nombre de ese yo. Pues lo considera su propio ser. Lo ve como algo que se afecta, que reacciona a fuerzas externas según ellas lo requieren, y que se encuentra indefenso en medio del poder del mundo.

4. La psicoterapia, entonces, debe restablecer a su conciencia la habilidad para tomar sus propias decisiones. Debe disponerse a revertir su pensamiento, y a entender que aquello que él creyó que proyectaba sus efectos sobre él era fabricado por sus propias proyecciones sobre el mundo. Por tanto, el mundo que ve no existe. Hasta que esto se acepte, al menos en parte, el paciente no puede verse a sí mismo como realmente capaz de tomar decisiones. Y luchará contra su libertad por creer que se trata de su esclavitud.

5. El paciente no necesita pensar que la verdad es Dios para tener progresos en la salvación. Pero debe comenzar a separar la verdad de la ilusión, al reconocer que no son lo mismo, y al estar paulatinamente más dispuesto a ver las ilusiones como falsas y a aceptar la verdad como tal. Su Maestro lo conducirá desde ahí, tan lejos como se encuentre dispuesto a llegar. La psicoterapia sólo puede ahorrarle tiempo. El Espíritu Santo usa el tiempo como lo considera mejor, y Él nunca se equivoca. La psicoterapia bajo Su dirección es uno de los medios que usa para ahorrar tiempo y para preparar maestros adicionales para Su obra. La ayuda que Él comienza y dirige no tiene fin. Cualquiera que sea la ruta que Él elija, toda psicoterapia, finalmente, conduce a Dios. Pero eso se le deja a Él. Todos somos Sus psicoterapeutas, pues Quiere que todos seamos sanados en Él.

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