Descubrir si tu piel es grasa es sencillo, su apariencia la delata. Es una piel de aspecto brillante y tacto untuoso. Además es un cutis apagado y de poros dilatados, propensa a la aparición de granitos, acné y puntos negros.
Toda la piel está recubierta por una película protectora de grasa, resultado de la acción de los andrógenos, las hormonas sexuales masculinas. Pero en algunas ocasiones estas hormonas producen un exceso de grasa dando lugar a una tez apagada y sin luminosidad.
Este tipo de piel es más gruesa que el cutis normal y por tanto más resistente al paso del tiempo y a los factores ambientales. La aparición de las arrugas es más tardía.
¿Por qué el exceso de grasa?
La piel grasa es consecuencia de una sobreactividad de las glándulas sebáceas, derivada generalmente del descontrol hormonal.
Algunos factores como una dieta rica en lípidos, azúcares o fritos aumentan la producción de grasa. El sol, el calor y algunos productos indicados para la desecación de la piel también pueden estimular la actividad de las glándulas sebáceas.
Generalmente este tipo de piel tiene un aspecto más sucio provocado por el exceso de brillos y por su tacto graso. Es frecuente que se trate de solucionar este efecto con medidas de limpieza poco recomendables como la utilización de jabones agresivos y leches o tónicos con alcohol. Estos hábitos erróneos provocan un efecto rebote, es decir, incrementan la cantidad de grasa.
El desequilibrio en la producción sebácea tiene distintos grados. El primero se caracteriza por un exceso de grasa en la zona central o zona T, mentón, nariz y frente. El segundo se extiende hacia los pómulos. En el tercero estas características se extienden a todo el rostro.
¿Cómo cuidar una piel grasa?
Limpieza profunda
Para conseguir el efecto mate de una piel normal hay que empezar por mantener una piel perfectamente limpia. De este modo se evita la proliferación bacteriana y que el exceso de sebo obstruya los poros.
A diario. Por la mañana, conviene retirar las impurezas acumuladas durante la noche. Por la noche es necesario repetir la misma operación para eliminar la suciedad ambiental y el maquillaje.
Los productos tienen que ser suaves para evitar el efecto rebote, que consiste en el aumento la secreción sebácea con el paso del tiempo. Los geles y jabones dermatológicos consiguen una limpieza muy completa. Los primeros dan una sensación de frescor mientras los segundos suavizan y purifican. Deben aplicarse masajeando suavemente con la yema de los dedos.
Semanalmente, es necesario utilizar una exfoliante que limpie en profundidad e ilumine el cutis.
Dos veces por semana es conveniente el uso de una mascarilla purificante que absorba las impurezas y cierre los poros.
Tonificación e hidratación
La creencia de que la piel grasa no necesita hidratación está muy extendida, pero nada más lejos de la realidad, ya que el exceso de grasa tiende a disimular las escamaciones pero no hidrata la piel. Los productos hidratantes no deben ser grasos y el tónico no debe tener alcohol, de lo contrario resultaría muy agresivo para la piel.
Después de desmaquillarse es necesario utilizar un tónico para eliminar las impurezas, restablecer el PH de la piel y favorecer la penetración de las cremas que se utilicen posteriormente.
Maquillaje
Una base hidratante que no contenga grasa es la más indicada para este tipo de pieles. Un corrector es imprescindible para corregir las imperfecciones y granitos.
Alimentación
Los alimentos ricos en lípidos y azúcares y los fritos tienen un efecto negativo sobre esta clase de cutis. Por el contrario es recomendable tomar frutas, verduras y granos integrales. También es conveniente aumentar el consumo de agua y zumos.