Armonía del rostro igual a salud
Se dice que la cara es el espejo del alma. Más allá de la estética, la armonía del rostro es un factor importante en la salud y la calidad de vida de las personas. El tamaño y posición de sus huesos determina desde el aspecto de la persona hasta su forma de alimentarse.
La belleza tiene diferentes patrones.
Estos están definidos por el equilibrio entre las diferentes partes. Estos patrones se conocen desde la antigüedad. A pesar de que existe una serie de rasgos propios de cada época, estas medidas de la armonía han permanecido invariables hasta la actualidad. Según el ideal de belleza clásico, una cara proporcionada está dividida en tres tercios iguales.
- El primer tercio abarca desde el nacimiento del pelo hasta las cejas.
- El segundo desde las cejas a la base de la nariz.
- El tercero desde la nariz a la barbilla. Si se divide la cara por la mitad de arriba abajo, cada lado debe ser similar al otro. Si estas proporciones se pierden, los rasgos más llamativos serán los alterados y dejarán en un segundo plano otros como los ojos, piel o pelo.
Problemas faciales
Los más comunes son tres:
- La alteración de la mandíbula
- La del maxilar superior
- La asimetría facial. Esta última es la presentación de los ojos a distinta altura y/o la desviación de la barbilla.
Pero dentro de esta serie de alteraciones juegan un papel importante los dientes. Las piezas dentales están sujetas al hueso por unas fibras denominadas ligamentos periodentales. Los dientes deben encajar correctamente y facilitar con ello la masticación y el habla.
Los dientes superiores deben tapar a los inferiores un poco. Cuando las piezas no encajan todas a la vez o las de arriba tapan más de lo normal a las de abajo, se habla de maloclusión. Ello puede deberse a una mala colocación de los dientes. Pero en muchas ocasiones el problema proviene de una falta de armonía de la cara. Una oclusión correcta se da cuando todos los dientes superiores e inferiores están bien alineados y muerden todos juntos a la vez.
Proporciones de huesos
Las alteraciones de los huesos pueden afectar a uno o varios huesos a la vez. Se pueden dar diferentes problemas relacionados con ellos. La alteración de la mandíbula siempre causa problemas a la hora de masticar. Si la mandíbula es grande, la barbilla parece adelantada y si la mandíbula es pequeña, lo que parece retrasado es el mentón (efecto “dientes de conejo”).
Si el maxilar superior es demasiado largo, se verá la encía al sonreír. Además, la mandíbula suele parecer retrasada y se hace difícil cerrar la boca de una forma relajada. Con un mal encaje de los dientes, algunas piezas dentarias sufren mucho más de los normal la carga, mientras otros apenas trabajan. De esta forma, se pueden perder dientes de forma prematura.
Si se mastica mal se adoptan posturas forzadas inconscientemente. Ello provoca que algunas de estas personas comiencen a notar síntomas como dolor de oído, de cabeza, chasquidos al masticar, dificultad para comer alimentos duros o una disminución de la apertura de la boca. Con la pérdida de dientes y la dificultad para masticar, la dieta varía por no poder comer ciertos alimentos. Además estos llegan poco triturados al estómago y pueden aparecer alteraciones digestivas.
Con esta tesitura también surgen problemas respiratorios pues las personas con la mandíbula pequeña o retrasada tienen problemas para respirar. Se debe a que el diámetro de la vía respiratoria está disminuido a la altura de la mandíbula.
Toda esta serie de problemas tiene una vertiente psicológica. Se puede perder la autoestima por tener una pequeña deformidad facial. Por otra parte al envejecer se pierde soporte óseo. Algunas alteraciones en la forma de los huesos de la cara conllevan la apariencia de un envejecimiento precoz. Por ejemplo, las personas que casi no enseñan los dientes cuando ríen o que tienen muy marcados los surcos junto a la nariz por poseer un maxilar retrasado.