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Querer, Enamorarse, Amar

 

Aunque a primera vista pueden parecer la misma cosa, estas tres palabras tienen ciertos matices que las diferencian entre sí y que pueden causar problemas cuando el significado no es igual para ambos miembros de la pareja. Analicémoslas una por una…

Querer

Cuando queremos a alguien nos dedicamos a darle refuerzos positivos, es decir, cosas que creemos que le pueden agradar, ya sean materiales, sociales, emocionales, etc. Cuando el otro recibe estos refuerzos, responderá de la misma forma hacia su pareja, con lo que el sentimiento será recíproco.

El problema aparece cuando los dos miembros de la pareja no quieren por igual, sino que la balanza está descompensada y, por lo tanto, el que da refuerzo no recibe lo esperado del otro e incluso, puede recibir rechazo.

Cuando esto ocurra, tendremos que valorar los factores que pueden estar influyendo en el desnivel de la balanza e intentar solucionar las posibles causas. De todos modos, no siempre hay causas aparentes; no podemos exigir a otra persona que nos quiera y, dependiendo de los niveles alcanzados en la relación, existirán causas o no.

En los primeros momentos de la pareja puede ocurrir que uno quiera y que el otro no le corresponda. En realidad, no existe una causa concreta, simplemente que la relación no lleva el tiempo suficiente como para generar estos sentimientos.

También hay que tener en cuenta, y ya en parejas más consolidadas, que habrá momentos en los que no exista el refuerzo positivo, lo cual no significa necesariamente que no nos quieran, sino que pueden existir circunstancias distintas, por ejemplo cansancio, preocupación, enfermedad, etc.

Enamorarse

querer-enamorarse-amar

Es la fase inicial de la pareja en la que todo parece maravilloso: nuestra pareja no tiene ningún defecto y todo funciona muy bien. Damos y recibimos en la misma medida y cualquier gesto nos satisface al máximo.

Cualquier aspecto de la pareja, fascina, ya sea físico, psicológico, etc. No se disfruta de nada, excepto de estar en pareja, es el objetivo al empezar y al terminar el día. Puede llegar a ser hasta un estado peligroso, ya que la pareja haría cualquier cosa por el otro.

Por suerte, es un estado que desaparece en poco tiempo y, generalmente, la persona vuelve a la realidad. Es en este momento cuando pueden surgir problemas, pues la pareja ya no es tan fantástica y empieza a tener “cosillas” que no nos gustan mucho.

A los quince años, el estado de enamoramiento es muy normal, pero cuando aparece en otras etapas más maduras del individuo, puede juntarse con muchos miedos e inseguridades por experiencias negativas anteriores con otras parejas.

Estas experiencias negativas hacen que la fase de enamoramiento no sea tan fuerte y que la persona esté mucho más comedida a la hora de expresar sus sentimientos.

El enamoramiento es un estado agradable por lo que conlleva de fantasía e idealismo, pero, al mismo tiempo, puede ser desagradable, ya que puede influir en otros aspectos y provocar desconcentración, desinterés, nerviosismo, irritabilidad, etc. A nivel de pensamientos, puede generar un bloqueo debido a que sólo se puede pensar en la pareja, descuidándose otras áreas también importantes como el trabajo, la familia, los amigos, etc.

Amar

Cuando se ama a otra persona no siempre es necesario ser correspondido. De hecho, uno puede amar a las plantas o a los animales y ellos, probablemente, no disponen de la capacidad para devolvernos ese amor, “aunque esto sería discutible”.

Cuando se ama, se desea dar a la otra persona y no recibir algo a cambio, no existe la reciprocidad. La persona busca un refuerzo y éste será “tener contento al otro”, es decir, el bienestar de su pareja, por lo que no necesitará que el refuerzo sea propiamente hacia sí misma, será un refuerzo indirecto.

Por este motivo, se puede amar sin necesidad de ser obligatoriamente correspondido. La persona encuentra su propia felicidad en la felicidad del otro, aunque si además es correspondido, pues tanto mejor.

 

Una vez aclarados estos tres términos, el lector tendrá que:

 

  • Valorar en qué fase se encuentra su relación de pareja.
  • Verificar si realmente es correspondido o no.
  • Preguntarse si los problemas que surgen en su relación son debidos a estas tres fases distintas de la relación o a problemas externos.Los problemas externos son ajenos a la propia relación de pareja y no hay que permitir que influyan en ella hasta el punto de que puedan destruir el amor.

Sería útil para las parejas en conflicto que se identificaran con las distintas fases que hemos expuesto más arriba y que hagan un frente común para resolver los problemas externos.

El refuerzo mutuo, las gratificaciones al otro y a uno mismo y el saber poner los límites adecuados a los distintos problemas, ayudará a vivir la relación de pareja libre de trabas externas y en plenitud.

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