Fases del sueño en los niños
El sueño de los niños es muy diferente al de sus padres. Esto es debido a que los adultos poseen un ciclo biológico que se repite cada 24 horas, y que regula el cuerpo humano estableciendo los patrones de sueño-vigilia. En el caso de los recién nacidos ese ciclo vital sólo dura tres ó cuatro horas.
Resulta inútil pretender que un bebé duerma toda la noche. Sólo a partir del tercer o cuarto mes, los pequeños empezarán a cambiar su ritmo biológico para adaptarse al de sus padres. También en este momento se produce una variación en el ritmo y la frecuencia de las formas REM y no-REM del sueño.
Evolución del sueño infantil
En los primeros meses de vida el sueño REM tiene mucha más importancia alcanzando hasta un 50% del tiempo que duerme. El niño tiene primero un sueño activo, con movimiento de ojos y extremidades, gestos con la boca, ruiditos, que es seguido de un sueño más tranquilo.
A partir de los cuatro meses las fases del sueño van pareciéndose cada vez más a las de un adulto donde hay cuatro fases de sueño equivalentes al sueño tranquilo y una de movimientos rápidos de los ojos, que corresponde al ensueño. A los tres años el porcentaje de sueño REM es ya de un 33% para disminuir hasta el 25% (igual al de los adultos) en la adolescencia.
Trastornos del sueño
El sueño es parte esencial del desarrollo y el crecimiento infantil. Se trata de una necesidad biológica que en ocasiones se convierte en fuente de preocupación para los padres. Los trastornos más frecuentes, según el especialista en Neurobiología y Psiquiatría Joan Romeu I Bes, de la Clínica Quirón, son: “Negarse a ir a la cama, levantarse durante la noche, terrores nocturnos, pesadillas, sonambulismo, insomnio, hipersomnia y narcolepsia”.
Negarse a ir a la cama. El niño recurre a excusas y/o conductas de manipulación para retrasar el momento de ir a la cama. El objetivo es atraer la atención de los adultos y hacerse dueño de la situación. Se trata de un trastorno funcional.
Levantarse durante la noche. La excusa utilizada también suele ser el miedo. El objetivo, poder dormir con los padres. También se trata de un trastorno funcional.
Terrores nocturnos. Son episodios recurrentes de despertar súbito que aparecen durante la primera fase del sueño y que se inician con un grito de pánico. El niño sufre ansiedad y se siente desorientado. La mayoría de las veces es un trastorno benigno transitorio, que afecta a un 3% de los niños, principalmente entre los 4 y los 12 años.
Pesadillas. Se presentan habitualmente asociadas a trastornos por ansiedad, aunque también pueden hacerlo como consecuencia de algún tipo de miedo. El pequeño se despierta llorando o gritando, pero resulta fácil comunicarse con él y consolarle. Las padecen entre el 10 y el 50% de los niños de 3 a 6 años y con los años tienden a desaparecer.
Sonambulismos. Sin despertase, el niño camina por la casa. Se trata de una alteración del ritmo del sueño, con inmadurez de los mecanismos inhibidores que provocan la relajación y la inmovilidad. La edad más frecuente de aparición es entre los 4 y los 8 años. Normalmente este trastorno sucede durante una temporada y desaparece sólo.
Insomnio. Dificultad para conciliar el sueño o despertarse a lo largo de la noche sin poder reconciliarlo. Puede ir asociado a estados de ansiedad o producirse de forma relativa como consecuencia de acontecimientos estresantes. Según sea su grado de importancia, podrá ser tratado como una alteración funcional y sólo en los casos más extremos habrá que recurrir a los fármacos.
Hipersomnia. El pequeño suele dormirse durante el día. Aparece como consecuencia del insomnio o de una alteración de los ritmos de los sueños. De hecho, constituye un aviso de que no se ha descansado lo suficiente por la noche.
Narcolepsia. Forma peculiar de hipersomnia que se presenta en forma de crisis de sueño durante el día. Realmente el origen de este trastorno es desconocido.