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Los hijos ante el divorcio

 

El divorcio significa para un hijo, en primer lugar, la dificultad de poder tener acceso directo a sus padres. Durante la primera etapa este acceso también se reduce debido a los propios problemas emocionales de los padres.

 

La comunicación no suele ser demasiado directa y al ver que uno de sus progenitores abandona el hogar paterno-materno, tienden a preguntarse si el otro también les abandonará.

Sus sentimientos son confusos, de tristeza, se sienten enfadados con sus padres e incluso con ellos mismos, pues a veces se culpan de la separación y piensan no haber actuado como deberían.

En ocasiones demuestran un comportamiento ejemplar con la esperanza de que los padres se reconcilien. Ante estas situaciones hay que explicar claramente que la causa del divorcio está en los padres y que éste es definitivo.

Divorcio

Mientras se ultima el divorcio y después de éste, las relaciones del hijo con los padres cambia y se desvinculan afectivamente; no se encuentran en condiciones de ser comunicativos ni cariñosos y a veces controlan poco sus actos. Esto resulta especialmente llamativo cuando los padres lloran en sus hombros, compiten por su custodia e incluso llegan hasta el soborno (emocional o mediante regalos).

Otra característica habitual es su rechazo frente a las nuevas relaciones de pareja que puedan entablar sus padres. Si su edad no es muy corta, pueden verse a sí mismos como el nuevo “hombre o mujer de la casa“ y protector del cónyuge con el que viven (sobre todo en el caso de que éste sea la madre). La aparición de una tercera persona despierta en ellos la rivalidad y su comportamiento para con él/ella, puede ser muy hostil.

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