El diálogo entre padres e hijos
Los padres pueden favorecer o inhibir el diálogo con sus hijos. A algunos les resulta difícil escuchar y mantener un diálogo. A otros les cuesta acercarse y no crean la oportunidad para poder conversar juntos. Y otros, una vez que escuchan a sus hijos, fracasan en comprenderlos.
No hay nada que haga sentir peor a un hijo, que haber confiado a su madre/padre un problema y que, en vez de encontrar consuelo, comprensión, encuentre desesperación, crítica o burla.
Hay padres que frente a un problema de sus hijos se desesperan, y reaccionan exageradamente, ocasionándole un problema más a su hijo. Este último termina teniendo que calmar al padre. El hijo recurre a su progenitor en busca de ayuda y en vez de eso se encuentra con su madre que se angustia. Esto no solo provoca que el joven se arrepienta de haber recurrido a sus padres, si no que la próxima vez que necesite hacerlo, lo pensará dos veces.
Otros padres reaccionan diferente: al escuchar a sus hijos, van descubriendo en su relato diversos puntos con los que no están de acuerdo y muestran su disconformidad, criticándolos y juzgándolos. Esto, a la larga, provocará el retraimiento del hijo.
Otros más miniminizan los problemas de los hijos, burlándose de los mismos. Lo que al adulto puede parecerle una anécdota superficial, al hijo le representa un problema difícil de superar. El hijo necesita ser escuchado por alguien que haga un esfuerzo por comprenderlo, poniéndose en su lugar.
Muchos padres tiene problemas para acercarse a sus hijos adolescentes. Pero ésto se aprende a través de reiteradas experiencias de aproximación y diálogo. Es importante que sigan intentandolo hasta encontrar el modo de comunicación adecuado. Su hijo los necesita, aunque no lo demuestre.
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