Cómo formar parte de un grupo
La adolescencia suele estar plagada de encuentros y desencuentros, siendo los momentos más marcados los de actividad social con sus pares. Nadie está ajeno a ello, y todos, de una u otra manera, pasan por la experiencia de tener que integrarse a un grupo nuevo, ya sea debido a que se cambian de colegio, de universidad, comienzan una actividad extracurricular, etc.
Una situación semejante, que para el adulto puede acarrear algún complejo o preocupación, dependiendo de la confianza en sí mismo, es bastante más que complicada para el adolescente, debido a que su rol social suele ser muy importante en su vida, y suele presentar problemas que debe resolver, junto con la confusión reinante entre complejos físicos y dilemas existenciales. Se ve inmerso entonces en la situación en la que no conoce a nadie y debe intentar entablar una relacion con el grupo ya que está destinado a compartir con él un lapso de tiempo prolongado.
Dependiendo del estilo de personalidad del adolescente, a algunos les va a resultar más facil que a otros esta tarea. Mientras que los extrovertidos quizás el primer día de actividades ya logran que cada uno de sus compańeros los llame por el nombre y lo inviten a almorzar; otros no cruzan casi palabra con nadie y se sienten sapo de otro pozo.
Algunos consejos para poner en práctica y vencer el temor:
Invitar a alguien del grupo a almorzar, a tomar algo, ha preparar la tarea juntos, etc.
Relacionarse con uno de los miembros del grupo, preguntándole acerca de su vida personal, elogiándole su vestimenta (a la gente le gusta que la adulen).
Sumarse a las actividades propuestas (por el profesor, el líder) y demostrar con actitudes que se es una persona afable (prestar elementos de trabajo, etc.).
Compartir experiencias en grupo, siempre que estén dentro del gusto de uno (pero manteniendo una postura abierta), como ir todos a una cafetería luego de clases, o hacer la tarea en casa de uno de los miembros del grupo, etc.
No dejar de ser uno mismo, con gustos y preferencias propias, pero sí estar preparados para una adaptación.
Lo importante a tener en cuenta es no ser reacios al cambio, ni lamentarse por el grupo de amigos anterior, sino ser activos y mezclarse en la multitud, integrarse. Es cierto que a veces los grupos grandes asustan, pero si se comienza con establecer relaciones personales con cada uno de los miembros, de a uno por vez, el grupo deja de tener una carga tan intensa y se va desmistificando. Se pasa a ver al grupo como un conjunto de individuos conocidos (o a los que se ha comenzado a tratar) en vez de verlo como un fantasma desconocido.
Dicen que el tiempo resuelve todo. Y yo agrego: también da oportunidades. El nuevo grupo dejará de ser un monstruo con múltiples cabezas para convertirse en compańeros de andanzas, tal vez hasta de por vida.
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