Aflojando los lazos familiares
¿Recién casados? ¿Sientes que tus familiares políticos te abruman? ¿Notas que tu familia no se despega del acecho a tu pareja? ¿Crees que es el momento propicio para aflojar esos vínculos excesivamente estrechos con la familia, cuando tú y tu pareja necesitan tomar decisiones solos, vivir su propia vida, y componer su propia familia?
Es un hecho que cuanto más cercana ha sido la relación entre los miembros de una familia (ya sea a través del préstamo de dinero, los consejos, o la ayuda en los asuntos rutinarios) más difícil se vuelve abandonar esa influencia y dirigirse para todo, en cambio, al cónyuge. Esto no significa por cierto que el apoyo de la familia ya no sea necesario, sino simplemente que ahora son tú y tu esposo en primer lugar quienes deben brindarse un apoyo mutuo. Ambos cuentan con el otro y deben confiar uno en el otro.
Es de esperarse que se produzca una cierta “ansiedad de separación”, especialmente en las familias más unidas. También los padres y hermanos lo sienten. Después de todo, deben afrontar el hecho de que ahora se encuentran en segundo lugar, lo cual nunca es fácil. Y en sus intento por permanecer conectados y por extender los lazos al nuevo hijo o hija políticos, pueden mostrarse entrometidos. O tal vez se vuelvan al extremo opuesto en su intento por respetar tu nuevo estado y privacidad haciendo menos frecuentes sus llamadas telefónicas y sus visitas.
Aún las familias que no eran muy unidas suelen sentir una fuerte pérdida con el casamiento de un hijo, y comienzan a veces a actuar en forma extrańa. Cuenta una joven recién casada que su madre se quejaba de que ella y su marido nunca iban a cenar a su casa. “Y yo tuve que decirle: No, mamá. Si no venimos para cenar es porque tú no cocinas. ¡Yo tampoco venía a cenar a casa cuando era soltera! Así que, ¿de qué estás hablando?”
Las familias están formadas por personas, y las personas no son perfectas. Se olvidan, o prefieren recordar las cosas de otra manera, o quieren que tu casamiento sea un nuevo comienzo para ellos también. Ten paciencia. Con el tiempo, el alejamiento y la incomodidad que tal vez sientas ahora en las situaciones familiares irán desapareciendo, y más adelante se presentarán otras maneras de volver a relacionarse unos con otros.
Puedes comenzar por una conversación con tu pareja, tratando de establecer entre los dos los límites del alcance de la relación con los familiares directos. Y qué tipo de decisiones o experiencias desean emprender los dos juntos, sin necesidad de consultarlo o comentarlo en familia.
Esta es una parte muy importante al camino de la independencia, pues implica un reacondicionamiento de alguno de los dos, o los dos juntos, inclusive. Luego, una segunda conversación, directa pero cuidadosa, con los miembros de tu familia correspondientes; evita herirles y sé claro. Comienza por marcar los límites, mencionar lo que te gustaría, etc. Y, por último, ármate de paciencia, porque todos deberán acostumbrarse a esta nueva familia, que conforman tú y tu pareja.
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