– Los zapatos deben limpiarse frecuentemente, no sólo por una cuestión de buena presencia, sino porque así el cuero se conservará flexible y brillante, y el polvo y el barro no se pegarán tan fácilmente a él.
Si te pilló la lluvia y los zapatos se mojaron, en cuanto llegues a casa, te los quitas, los rellenas con bolas de papel de diario, que absorberán la humedad y mantendrán su forma, y los pones a secar en un lugar alejado de cualquier fuente de calor, como calefacciones o estufas.
Cuando ya estén secos, antes de embetunarlos, frótalos bien con media patata cruda.