Muchos padres piensan que su adolescente se comunica mejor con cualquiera que con sus propios padres, aunque sean unos padres maravillosos. La clave parece estar en ser curioso (interesarse por sus cosas) pero sin interferir demasiado.
Esforzarse por respetar la necesidad de privacidad del adolescente (son mis cosas) al tiempo que se establece confianza y cercanía emocional.
Si se establecieron hábitos de comunicación durante la infancia con el adolescente será más fácil, no obstante siempre es posible mejorar la comunicación con un hijo o hija adolescente. Aquí le ofrecemos algunas estrategias.
Reconozca que no hay receta mágica. Lo que funciona con unos no funciona con otros. Averigüe cuales son los intereses de su adolescente, infórmese del asunto e intente entrar por ese tema.
Escuche. No hable usted. Limítese a escuchar, no interrumpa y ponga atención a lo que él o ella dice. Elija un lugar tranquilo y sin interrupciones (apague la televisión). Cuantos menos consejos de, más consejos le pedirá. No sermonee.
Busque ocasiones. Los adolescentes no cuentan cuando se les ordena, sino cuando ellos quieren. Usted debe estar disponible, unos prefieren hablar al llegar de clase, otros después de cenar, otros antes de irse a la cama. En general las mejores conversaciones se dan cuando se hacen cosas compartidas (lavar el coche, cocinar, mover muebles, pintar una habitación…).
Hable de las diferencias. Si su hijo no tiene claro que se respeta su derecho a opinar diferente será difícil que se abra con usted. El desacuerdo civilizado y razonado no impide la comunicación. Conocer en qué no están de acuerdo puede ser muy útil para saber el nivel de madurez de su adolescente y permitirá renegociar normas.
No exagere. Si ante un error o incumplimiento de su hijo usted reacciona desproporcionadamente es muy posible que acaben en gritos e insultos. Controle su rabia sin dejar de expresar su preocupación. Una buena forma es preguntar, lo más calmado posible, su opinión al respecto y a partir de ahí hablar de las diferencias. Si su hijo de 14 años le cuenta que el pasado viernes probó una cerveza y usted pierde los estribos, lo más probable es que no vuelva a contarle nada en mucho tiempo.
Sus preocupaciones e intereses. Algunas de las cosas de las que ellos quieren hablar quizás a usted le aburran, póngase en su lugar y en su época. No finja interés, lo notan. Preguntar y escuchar es signo de respeto hacia los sentimientos y opiniones. Algunos de los temas que interesan o preocupan en estas edades son:
– Los estudios. ¿Qué tal en clase hoy?. Bien. Ante una pregunta general una respuesta general. Revise sus libros o cuadernos y pregunte cosas más concretas: ¿Cómo te va con las ecuaciones de 2º grado?, ¿Hay algún compañero nuevo en el equipo de baloncesto?, ¿Cómo es un profesor?.
– Aficiones. Si es aficionado al deporte o seguidor de un equipo pregúntele por cosas concretas de ese tema. La música es algo que atrae durante algún tiempo a casi todos los adolescentes y usted debe saber, como mínimo, los nombres de los cantantes favoritos de su hijo.
– Emociones. Antes apuntamos que los adolescentes se preocupan bastante por varias razones (sus amigos, su sexualidad, su aspecto físico, su futuro laboral, el divorcio de sus padres, las guerras en el mundo, etc., etc.).
Cuando no esté seguro de la importancia de un tema para su hijo Pregúntele. ¿Qué importancia tiene para ti?, ¿Con qué frecuencia te preocupa?, ¿Te parece un problema pequeño, mediano o grande?. Conocer la magnitud y la importancia de sus preocupaciones le permitirá decidir mejor como afrontarlo.
– Familia. A los adolescentes les gusta hablar y participar en las decisiones familiares, igual que le gusta ser tenidos en cuenta en las normas que les afectan individualmente. Tomando parte en las conversaciones familiares se sentirá más seguro y más vinculado emocionalmente a la familia.
– Temas delicados. Si usted evita hablar de temas delicados lo más probable es que su adolescente busque información y opiniones en otro lado. Los adolescentes dicen saber mucho acerca de algunos temas delicados pero la realidad es que saben más bien poco. Afrontar un asunto delicado por primera vez y de frente funciona pocas veces. No puede uno sentarse frente a su hijo de trece años y sin haber tocado antes el asunto decir: Hoy vamos a hablar de las relaciones sexuales. Esta es la forma más rápida de acabar una conversación antes de empezarla.
– Los padres. ¿Cuál fue tu primer novio?, ¿Qué tal se te daban las matemáticas?, ¿Qué paga te daban a los 12 años?, ¿Cómo es tu jefe en el trabajo?. Sin tener que responder necesariamente a preguntas indiscretas los adolescentes se interesan por sus padres, su pasado y su presente, y esto les puede ser muy útil para empezar a definir su propia vida.
– El futuro. Con la maduración mental el futuro será algo que les empezando a preocupar. El hábito de comunicación con los padres facilitará preguntas del tipo: ¿Cómo será la vida después de la Secundaria?, ¿Encontraré trabajo?, ¿A qué edad puede uno casarse?. Estas preguntas merecen su atención y respuesta. Cuando no sepa contestar: un no se honesto es la mejor respuesta y continúe pidiendo sus opiniones, ilusiones, aspiraciones o sentimientos.
– Cultura, acontecimientos. La saturación de medios de comunicación hace que su hijo tenga un montón de ventanas al mundo. Compartir opiniones sobre películas o espectáculos es un excelente medio de conocer sus gustos y opiniones.
Comuníquese con respeto. A veces los adolescentes provocan diciendo o haciendo cosas inapropiadas. No caiga en la provocación. El auto-control que usted demuestre dará fruto en mejores relaciones y conversaciones en el futuro. A veces dan más importancia a cómo se dicen las cosas que a las cosas que se dicen.