Practicar un deporte por cuenta propia, ya sea caminar, hacer “footing”, ir en bicicleta o realizar excursiones el fin de semana, requiere siempre que un profesional dedique un mínimo de tiempo en personalizar unas pautas generales. Se debe tener en cuenta que al realizar un entrenamiento o un esfuerzo continuado, la persona está mucho más expuesta a transtornos como la hipoglucemia, los mareos o la deshidratación. Por lo tanto, es necesario modificar un poco los hábitos alimentarios del deportista para adaptarlos a las nuevas necesidades del organismo. Cuando se realizan esfuerzos físicos continuados se tienen que tener en cuenta dos aspectos cruciales: los hidratos de carbono, que son nuestra fuente de energía, y la deshidratación excesiva.
Los hidratos de carbono
La glucosa es el combustible que nuestros músculos queman al realizar ejercicio, y para evitar mareos o fatigas excesivas es imprescindible que la consumamos antes y después de las actividades físicas. Las recomendaciones prácticas para equilibrar el nivel de hidratos de carbono serían:
No ayunar antes de iniciar el esfuerzo físico. Es recomendable tomar una pequeña ración en forma de fruta, cereales, pan…media hora antes del ejercicio.
Llevar siempre consigo pequeños tentempiés para tomar durante la actividad física (nueces y queso fresco, yogurt y cereales, membrillo y pan de cereales tostado…)
La recuperación se verá favorecida si se introducen sopas, purés o ensaladas, así como otros platos que contengan arroz, pasta, patata, cereales…con frutas, zumos o compotas.
La hidratación
Se tiene que tener en cuenta que durante la práctica del ejercicio físico, la forma más efectiva de reducir el calor corporal que se genera es mediante la sudoración y posterior evaporización de este sudor. La deshidratación, por la no recuperación del líquido perdido, puede repercutir a nivel muscular, tendinoso, cardiovascular o del sistema nervioso central. Por lo tanto, es conveniente seguir estas indicaciones:
Hidratarse bien antes de iniciar el ejercicio: 500 ml de líquido en la hora anterior, en varias dosis de pequeño volumen y temperatura ligeramente fresca.
Si el esfuerzo va a ser de más de una hora, beber ya desde el inicio cantidades de 100 a 150 ml cada 15 minutos, pudiendo ser agua, zumos diluidos, bebidas isotónicas…
No utilizar plásticos ni ropa de materiales que no transpiran y dificultan la evaporación del sudor.