Paciencia
y experiencia. Estas son las dos condiciones imprescindibles de toda
buena maquilladora. No hace falta que seas una artista del color y de
los pinceles. En realidad, el maquillaje es una rutina. Claro que los
resultados dependerán de la gracia que cada una tenga para
aplicarlos. El arte del maquillaje está al alcance de tu mano.
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Antes
de maquillar… Elegir los tonos perfectos y trazar las líneas
correctas no te servirá de nada si el lienzo no está en perfecto
estado. Antes de comenzar la sesión de maquillaje asegúrate de
que tu rostro está perfectamente limpio e hidratado.
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Corrector.
Aplícatelo discretamente sobre las imperfecciones que desees
matizar. No insistas en aplicar una dosis exagerada. El exceso de
corrector tiene un efecto completamente contraproducente.
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Base
de maquillaje. Una vez más se impone la mesura. Aplícate un
poco de maquillaje sobre la palma de la mano y distribúyelo
concienzudamente por todo el rostro. No te aproximes demasiado a
la raíz del cabello ni a las cejas. Puedes usar una esponjita
ligeramente húmeda para conseguir un acabado más uniforme.
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Matiza
con los polvos. Cuando hayas repartido el maquillaje, aplícate
unos polvos para dar un toque más cálido y mate al rostro.
Puedes usar unos polvos sueltos y transparentes o unos compactos y
coloreados. Depende de la profundidad de tono que desees
conseguir. Eso sí: en cualquier caso aplícalos con una gran
brocha.
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La
raya de los ojos… ¿sí o no? En el debate sobre el eye-liner
no se ha alcanzado la unanimidad. Decide tú misma en función
de tus preferencias. Si decides dibujarla, traza una línea finísima
sobre las pestañas del párpado superior.
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Sombra
aquí y sombra allá… Elige dos tonos coordinados entre sí
que combinen con tu vestido. Aplícate el más claro desde el
lacrimal hasta la mitad del ojo, tanto en el párpado móvil como
en el fijo. Después, con la sombra más oscura, traza una línea
desde el final del ojo hasta el final de la ceja y, a partir de ahí,
extiende el color hasta fundirlo con el otro tono. La suavidad de
los colores depende de tus gustos, aunque un maquillaje muy
estridente no resulta demasiado seductor.
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La
máscara de pestañas. La máscara negra es la más agresiva y
fuerte, pero es la que más éxito tiene. Sin embargo, puedes
arriesgarte a experimentar con otros tonos. Aplícatela en las
pestaña superiores y, más discretamente, en las inferiores.
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Y
los labios… ¿los perfilamos? ¡Siempre! Aunque lo ideal es
que el trazo no se note. Elige un perfilador idéntico al tono del
lápiz de labios y dibuja el contorno de los labios con una línea
fina y firme. Después rellena el labio con un pincel.
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Agua
termal. Para asegurar una mayor vida para tu gran obra maestra
rocíate la cara con unas gotitas de agua termal.