– Ya te hemos hablado de lo importante que es mantener los cimientos que te sustentan día a día perfectamente sanos y cuidados.
La belleza de tus pies se basa, al igual que cualquier otra parte de tu cuerpo, en la atención y el interés que le prestes.
Si no habías reparado en ellos hasta ahora, no pierdas más tiempo y comienza a tratarlos como se merecen.
Después de una dura jornada, tus pies acaban resintiéndose más de lo que imaginas. Largas horas de pie calzando unos torturadores zapatos de tacón que no permiten a sus inquilinos ver la luz del sol ni recibir la suave brisa del viento, pueden acabar con su salud rápidamente.
No permitas que su luz se apague y devuélveles toda la vitalidad. Atiende las necesidades de tus pies y, ante todo, dales un respiro.
– Calzado cómodo
Piensa que, al igual que te vistes con ropa confortable y práctica para sentirte bien, tus pies necesitan moverse con toda libertad. Para evitar rozaduras, estrechuras y posibles malformaciones, utiliza zapatos anatómicos que respeten su forma y te permitan caminar cómodamente.
Descarta de tu zapatería los calzados que tengan mucho tacón, punteras demasiado estrechas y aquellos que sean excesivamente cerrados. Las suelas demasiado planas tampoco te benefician.
Es muy importante que no pases todo el día con los mismos zapatos. Cámbiate a menudo y aprovecha los momentos que estás en casa para calzar unas holgadas zapatillas.
– Al aire libre
Reduce la condena a la que están diariamente sometidos y permite que paseen al aire libre siempre que puedas. Quitarte los zapatos y caminar descalza es una buena terapia que deberías practicar más a menudo.
No pierdas la oportunidad de dirigirte a la playa y deslizar tus pies sobre la fina y húmeda arena de la orilla. Sentirás una sensación realmente maravillosa y balsámica.
El efecto revitalizador de esta práctica dejará huella. Por la mañana, por la tarde o por la noche, siempre encontrarás un momento para desprenderte de tus verdugos y escapar de la prisión. ¿Te animas? Tus pies no sabrán cómo agradecértelo.
– Camina y haz ejercicio
Si ya has conseguido dar con el calzado perfecto, prepárate para caminar al menos una hora y media al día. ¿Qué de dónde sacas tanto tiempo? Piénsalo por un momento y tú misma darás con la respuesta. Para empezar, si tu oficina se encuentra relativamente cerca, deja el coche en el garaje y dirígete a pie hasta el trabajo.
Puedes aprovechar también el tiempo de llevar y recoger a tus hijos del colegio y la hora de ir a la compra. Después de hacer todo esto, procura salir a pasear todos los días, con más tranquilidad, como mínimo durante media hora. Además de caminar, es importante que realices ejercicios, siempre de forma moderada, para reafirmar tus tobillos, relajar los dedos, las plantas y estimular el riego sanguíneo.
Bueno, ya está bien de ejercicio por hoy. Después de correr hacia la empresa y pasear por las plazas y parques de tu ciudad, tus pies necesitan un merecido descanso. Proporciónaselo.
Una vez estés cómodamente en casa, intenta dedicarles unos instantes a una de las partes más importantes de tu cuerpo. Con un poco de perseverancia y dedicación, tus pies renacerán de nuevo, dejando atrás el cansancio acumulado durante todo el día.
¿Estás dispuesta a tratarlos como si fuesen verdaderos reyes? Pues adelante. Sus deseos son órdenes…
– Baños de agua y sal
Si no dispones de mucho tiempo para acudir a la playa, como te hemos recomendado con anterioridad, y caminar sobre la arena, puedes beneficiarte igualmente de las propiedades del agua del mar si preparas un recipiente con agua, preferentemente templada, y le añades un buen puñado de sal.
Sus efectos calmantes y relajantes dejarán tus pies como nuevos. Mantenlos introducidos en esta pequeño e improvisado mar de veinte minutos a media hora. Una vez sumergidos, emplea este tiempo de espera para realizar rotaciones de tobillo y mover tus dedos hacia delante y hacia atrás.
– No a las ampollas y rozaduras
De nuevo te lo repetimos: más vale prevenir que curar. Para que las rozaduras y las ampollas no tengan la oportunidad de hacer mella en tus pies, es conveniente que te apliques sobre ellos, especialmente en las plantas, una pequeña cantidad de zumo de limón mediante un dinámico masaje. Haciéndolo una vez a la semana será suficiente.
– No abuses de su incondicional apoyo
Cuando estás obligada a permanecer gran parte del día de pie, procura no sobrecargar tus pies manteniendo una posición fija. Te aconsejamos que cambies de postura a menudo para repartir el peso de tu cuerpo y evitar así que la parte final de las extremidades inferiores se inflamen o se duerman. Levanta los pies y vuélvelos a apoyar tantas veces como consideres necesarias.
– Uñas siempre cortas
Pies sanos, igual a uñas cortas. Esta matemática fórmula siempre da resultado. Si dejas crecer las uñas de los pies, éstas se clavarán en tus dedos provocando heridas que pueden llegar a infectarse y causarte grandes molestias y dolor.
Para que esto no llegue a ocurrir nunca, córtalas a menudo, cada dos o tres días, y límalas. De esta forma los posibles picos que queden después de utilizar la tijera o el cortaúñas desaparecerán, y con ellas todos los problemas antes señalados.
Dirígete hacia donde quieras, siempre con paso firme y pies en plena forma.
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