En muchas ocasiones, las obligaciones laborales nos impiden dedicar un poco de tiempo de nuestro horario al ejercicio físico.
En otras ocasiones, sucede también que el carácter repetitivo y excesivamente forzado del ejercicio que se realiza en gimnasios puede provocar rechazo o hastío.
Sin embargo, dedicar cada día un momento al ejercicio físico es indispensable para la salud física y psíquica, y evita el riesgo de que caer en el sedentarismo. Por este motivo, en el caso de que no se practique ningún deporte con regularidad, es necesario saber adaptar la cuota necesaria ejercicio físico a las actividades cotidianas.
No es imprescindible que la actividad física sea intensa para ser saludable. Personas con hábitos de vida sedentarios pueden mejorar rápidamente su calidad de vida gracias veinte o treinta minutos diarios de ejercicio. Este cambio de costumbres está especialmente indicado a aquellos que padecen hipertensión, diabetes y obesidad.De todas las actividades físicas recomendadas, la mejor y más sencilla es caminar.
Caminar es un ejercicio estupendo y puede realizarse cada día, basta con, por ejemplo, ir hasta el trabajo andando o, en el caso que utilicen los transportes públicos o, bajarse un par de paradas antes. Cualquier excusa es buena para caminar, ya puede ser mediante un paseo antes de cenar o para sacar a pasear al perro.
Para caminar es importante hacerlo siempre con la postura correcta, es decir, con el tronco erguido, los hombros echados ligeramente hacia atrás y el abdomen contraído pero sin estar forzado. Y, sobretodo, no andar encorvado.
Otros ejercicios cotidianos son:
Subir en escaleras en vez de utilizar el ascensor. Subir las escaleras es un magnífico ejercicio cardiovascular.
Aprovechar momentos de ocio o de descanso en el trabajo para estirar las extremidades y mover las articulaciones.
Bailar es una forma de ocio extremadamente saludable.
Dormir en colchones rígidos para conservar la postura y conciliar un sueño profundo.
Y, sobre todo, adquirir la costumbre de, hacer todo uno mismo en casa, sin esperar a que otros hagan el trabajo.
Además de estas actividades cotidianas, se pueden realizar, tanto en casa como en el medio laboral, pequeños ejercicios:
De pie – ya sea delante de una fotocopiadora, o mientras prepara la cena – flexione las rodillas manteniendo la espalda recta, para así fortalecer los muslos.
Sentado en una silla, con los pies apoyados en el suelo y los codos flexionados 90 grados, contraiga los abdominales y lleve la rodilla derecha al codo izquierdo. Luego repita el ejercicio cambiando de lado.
Un palo de escoba puede ser suficiente para ayudar a hacer ejercicios de giros de cintura. Otro ejercicio de tonificación muscular es el de levantar pesas mientras se está sentado en una silla. A falta de pesas, éstas pueden suplantarse por botellas de agua mineral o libros, lo importante es que el peso sea el mismo en ambos brazos.
Pequeños gestos como estos, que no cuestan casi nada, pueden hacer mucho para mejorar su calidad de vida.