Si el hecho de esperar hacer bien un examen te puede ayudar a relajarte, ¿qué ocurrirá cuando esperes hacerlo mal?
Fíjate en cualquier mensaje negativo que te puedes estar enviando a ti
mismo, ya que ese tipo de mensajes pueden contribuir a tu ansiedad.
Si te das cuenta de que estás teniendo pensamientos negativos (“No
se me dan bien los exámenes” o “Si suspendo este examen, lo tengo
fatal”), sustitúyelos por pensamientos positivos. Por descontado, no
los sustituyas por mensajes positivos que no sean realistas, sino por
mensajes prácticos y verdaderos, como: “He estudiado y me sé la
materia, de modo que estoy preparado para hacerlo lo mejor que puedo”.
(Ni que decir tiene que, si no has estudiado, ¡este mensaje no te
ayudará mucho!)