Existen muchos motivos por los que los padres se divorcian.
En
general, el divorcio se debe a que las parejas sienten que ya no pueden
vivir juntas debido a las peleas o el enojo, o porque el amor que
sentían el uno por el otro cuando se casaron ha cambiado.
El divorcio
también puede deberse a que uno de los padres se ha enamorado de otra
persona y, en algunos casos, a problemas serios como el alcoholismo,
los malos tratos o problemas con el juego.
Es habitual que los adolescentes piensen que el divorcio de sus
padres es, en cierto modo por su culpa, pero no hay nada más alejado de
la realidad.
Algunos adolescentes se preguntan si podrían haber ayudado
a evitar la ruptura.
Otros desearían haber podido evitar discusiones
colaborando más con su familia, comportándose mejor u obteniendo
mejores calificaciones en la escuela.
Pero la separación y el divorcio
son el resultado de los problemas que surgen en la pareja, no de los
problemas que los padres tienen con los hijos. Las decisiones que toman
los adultos sobre el divorcio son solamente suyas.
Es posible que, si tus padres se están divorciando experimentes una
variedad de sentimientos y que tus emociones cambien con frecuencia.
Tal vez estés enfadado, decepcionado o triste.
Es posible que desees
proteger a uno de tus padres o que culpes a uno de ellos de la
situación.
Quizás te sientas abandonado, preocupado, culpable o con
miedo.
También es posible que te sientas aliviado, en especial si había
mucha tensión en el ambiente.
Estos sentimientos son normales y
seguramente te ayudará hablar sobre ellos con un amigo, un familiar o
un adulto de confianza.