Habla de tus sentimientos sobre el divorcio con alguien en quién
confíes. Si te sientes bajo de ánimos o disgustado, deja que te ayuden
tus amigos y familiares.
Estos sentimientos suelen pasar. Si no es así,
y estás muy deprimido o estresado, o si te resulta difícil concentrarte
en tus actividades habituales, pide ayuda a un psicólogo o terapeuta.
Tus padres, el psicólogo escolar de tu centro educativo, tu médico u
otro profesional de la salud pueden ayudarte a buscar uno.
Además, hay
muchos centros y asociaciones educativas y sanitarias que organizan
grupos de apoyo para niños y adolescentes cuyos padres se han
divorciado.
Puede serte de gran ayuda hablar con otros chicos de tu
edad que estén pasando por una experiencia similar a la tuya.