Es el nombre con el que se conoce el dolor en los músculos que se han sometido a un esfuerzo intenso. Es muy habitual en las personas que empiezan a practicar deporte.
¿Quién no ha sufrido alguna vez las molestas agujetas? Aparecen después de realizar un esfuerzo de una intensidad superior a la habitual, o cuando se vuelve a practicar deporte después de una etapa de inactividad. Sus síntomas son de sobras conocidos: un dolor, soportable pero persistente en los músculos que han soportado un mayor esfuerzo, así como una rigidez muscular que persiste durante tres o cuatro días.
Las agujetas son una consecuencia directa del sobreesfuerzo sobre las fibras musculares. Cuando se somete al músculo a un esfuerzo al que no está habituado, algunas células se lesionan, y se producen pequeñas microrupturas del tejido que rodea las fibras musculares. Al romperse este tejido, se vierte un exceso de iones de calcio y potasio que producen una pequeña inflamación, y las molestias típicas de las agujetas.
Usualmente, las fibras que más sufren son aquellas más débiles y las que soportan una mayor tensión, como son las que se encuentran en las uniones musculares o en los tendones que rodean las articulaciones.
El mejor antídoto contra las agujetas es aumentar la intensidad del ejercicio de manera progresiva. Cuando aparecen, se recomienda masajear la zona afectada y, durante los días siguientes, realizar ejercicios suaves de estiramiento.