La celulitis es la sobreacumulación de grasa de reserva en los tejidos
adiposos, sobre todo en estas partes del cuerpo. Las células adiposas
o adipocitos aumentan de tamaño, se agrupan, y comienzan a presionar sobre
los vasos sanguíneos y el sistema linfático que tienen alrededor impidiendo
la fluidez circulatoria, y por tanto la eliminación de toxinas. Los líquidos
quedan retenidos en los tejidos grasos, mientras las fibras de colágeno,
responsables de la firmeza de la piel, se deterioran. De cara al exterior
podríamos traducirlo con dos síntomas de lo más característicos, la piel
de naranja y las cartucheras. La piel de naranja es ese aspecto algo rugoso
que la piel adquiere a veces, casi como si tuviera pequeños hoyitos, con
una textura similar a la cáscara de naranja. Las cartucheras son acumulaciones
de grasa en los muslos. Pero si el problema se complica también pueden
aparecer otros síntomas del mal funcionamiento de la piel, como hipotermia
localizada, estrías al romperse por falta de hidratación, venitas varicosa
provocadas por la mala circulación a nivel linfático y sanguíneo, y en
los casos más avanzados flacidez. Aunque el desarrollo de la celulitis
es muy lento y puede suceder que transcurran años hasta su completa manifestación,
una vez aparecida y si no se toman medidas oportunas llega a ser permanente,
instalándose además de en los glúteos y los muslos, en los brazos, las
caderas o la zona lumbar. Es un problema estético, pero no debe tomarse
a la ligera, sobre todo si llega a afectar nuestro estado de ánimo,
porque puede convertirse en algo más serio si no lo enfocamos de la forma
adecuada. Y para enfocar el problema deberemos examinar previamente sus
causas.