De todas las formas de energía que abastecen
a nuestro planeta, el sol es, sin duda, la más importante y vital: no
hay vida posible al margen de esta “fuente de toda vida”.
En efecto, la energía del sol, en forma de luz, llega a la Tierra y, al
ser absorbida por los seres vivos, ya sean animales o vegetales, los
activa, alimenta y desarrolla.
La energía del sol hace posible que:
Se sintetice la vitamina D
Se asimilen las sales minerales
Se vigoricen las células y tejidos
Se agilice la función respiratoria
Se acelere la coagulación sanguínea
Se fortalezca el sistema nervioso
Se alimente y regenere la piel
Se estimule el crecimiento y vigor del cabello
Se robustezca el ánimo
En fin, proporciona una sensación física agradable y placentera.