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La agricultura biológica es un concepto diferente de la actual
agricultura industrial. No es una nueva técnica agrícola ni es algo
restrictivo o retrógrado, ni es una agricultura “tradicional”, poco
productiva y agotadora de los suelos.
Por el contrario, es creativa,
científica y avanzada y permite la solución de graves problemas ambientales,
sanitarios y sociales, producidos por el desequilibrio que supone la
desaparición de la verdadera agricultura y los agricultores.
Al no usar
agroquímicos, ahorra dinero al productor, que utiliza para la fertilización
los subproductos de la finca, con lo que evita además que contaminen.

  • Mejora la salud de productores y consumidores al evitar pesticidas y
    otros productos tóxicos, y mejora la calidad alimentaria.

  • Conserva y
    amplía la variedad de plantas cultivadas que los agricultores han sabido
    utilizar para mejorar suelos y proteger cosechas.

  • Es ecológicamente
    beneficiosa, al respetar las especies silvestres animales y vegetales que
    conviven alrededor de los cultivos.

En 1974, la Asociación Vida Sana trajo e
impulsó en España el movimiento de la cultura biológica. Estableció las bases
técnicas e inició la labor de control y certificación. Activó y participó
activamente en el proceso de oficialización de la agricultura biológica.
Realizó esta labor hasta la puesta en marcha del CRAE (Consejo Regulador de
la Agricultura Ecológica).

Bases teóricas y científicas de la agricultura biológica
Desde hace más de 40 años, científicos y técnicos
en todo el mundo, estudian y trabajan por la mejora de las técnicas
agronómicas de la agricultura biológica. Las diferentes tendencias ó métodos
de los cultivos tienen en común la no utilización de productos químicos de
síntesis y el conocimiento del suelo como organismo vivo. La fertilidad del
suelo y el equilibrio del ecosistema son la clave del éxito en la agricultura
biológica.

Control y certificación de los productos biológicos
Los
alimentos biológicos están debidamente controlados y certificados por los
consejos reguladores dependientes de las Consejerías de Agricultura de las 17
comunidades autónomas. Están regulados y deben cumplir el
Reglamento Comunitario 2092/91. Como distintivo para que el consumidor los
reconozca, deben llevar una etiqueta numerada y el logotipo del CRAE con el
mismo dibujo en todas las Comunidades Autónomas, excepto en el caso de
Andalucía, además del nombre y el código de la autoridad de control y la
frase “Agricultura Biológica (ó Ecológica)”.
Muchos productos llevan
además el distintivo y el logo “Producto Biológico Vida Sana”. Se trata de
una garantía adicional a la oficial, y además tiene la función de que el
consumidor reconoce un sello que le es familiar frente a la diversidad de
logos de los productos biológicos de importación (que no llevan nunca, según
la normativa indica, el aval CRAE por no estar elaborados en
España).

Lo Bio: Un mercado de futuro hacia donde vamos
Aunque
quizás tarde, la sociedad se ha dado cuenta de que no se puede seguir en esta
carrera contra-natura en la que particularmente la industria quiere hacernos
cómplices. Nuestro consentimiento pasivo como consumidores, nos hace perder
nuestro papel activo como ciudadanos. Debemos retomar nuestra función y
reclamar una producción limpia y sana.
En estos momentos de crisis
alimentaria y alarma social, industrias y gobiernos todavía tienen la
desfachatez de seguir pensando en cómo pueden paliarse las consecuencias, de
dónde saldrá el dinero para asumir tanto gasto, con qué se puede parchear
esta situación para poder decir cuanto antes ¡señores, aquí no ha pasado
nada! Y así hasta la próxima. Sin embargo, a todas luces, la solución está
muy lejos de ese planteamiento miope. La salida lógica y viable, y realmente
auto-sostenible es la producción biológica.
Por una parte es técnicamente
posible cultivar y producir para todos (primer y tercer mundo), y por otra,
el consumidor está demandando con urgencia comida sana y exenta de productos
tóxicos.
Pero claro, no se puede, de la noche a la mañana, ponerse a la
altura de la demanda, regenerar todas las tierras que hacen falta…, pero si
puede, acelerar el paso. La producción biológica necesita más que nunca del
apoyo de todos. Demandar productos biológicos podría ir unido a un
compromiso social por conseguirlos, es decir debería el ciudadano pedir a los
poderes públicos un apoyo firme, sin condicionantes, ya estamos hartos de
asumir con nuestra salud y con la de nuestro medio ambiente, los riesgos
innecesarios de una industria que literalmente atenta contra ellos.
Las
políticas agrarias deberían ir unidas a las políticas medioambientales, de
consumo y de salud. Es decir un nuevo modelo en el que el eje fuera
el sentido común.
El sector de la producción biológica representa, hoy por
hoy, una alternativa viable, sólida y deseable para el campo español. El
consumidor, se merece poder tener acceso a alimentos sanos, nutritivos y
limpios.
De todos depende que esta transformación sea posible.



Ángeles Parra.

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