A cada área del rostro le corresponde un utensilio. A saber:
Ojos: para convertirlos en seductores, requiere un pincel suave y pequeño para extender las sombras, y una esponjita de forma cónica para difuminarlas. Para trazar el contorno del ojo se necesita un pincel muy fino y algo rígido.
Cejas: para peinarlas, los cepillos en espiral son perfectos. Si no tiene, una escobilla de dientes consigue los mismos efectos. Si las cejas son especialmente rebeldes, utilice gel fijador o gomina.
Labios: ojalá nunca use la barra labial directamente en la boca. Es mejor sacar y aplicar con un pincel especial, después de haberlos delineado.
Pestañas: deben ser peinadas para eliminar de ellas los cúmulos de suciedad que suelen depositarse en el proceso de maquillaje.
Mejillas: dos brochas son fundamentales. La más grande y ancha, de forma redondeada, se usa para repartir los polvos en la cara. Los pelos de esta brocha son de gran calidad, generalmente naturales (de poni, cabra y marta). La brocha más pequeña y plana, rectangular o cuadrada, es utilizada para difuminar el maquillaje, proceso que debe hacerse desde el centro de la mejilla hacia las sienes.