Las personas tienen distintos tipos de piel. El color de pelo, de tez y otros factores influyen mucho en la clase de factor de protección que se debe usar. Por eso no todos se queman del mismo color, en el mismo tiempo y con igual intensidad. Influyen las células que forman la melamina (pigmento café de la piel), más numerosas y activas en unas pieles que en otras.
Es un error pensar que el factor solar de más alta protección no consigue un bronceado. Lo permite de un modo más lento, pero menos peligroso y más duradero. Con él, la piel tiene tiempo necesario para desarrollar su propio mecanismo de defensa, que se traduce en el desarrollo de la pigmentación y el engrosamiento de la capa superior de la piel.
Pese a esto, hay que tener presente que la solución no está en utilizar siempre el factor solar con protector más alto, sino en la correcta manera de usarlo y en el desarrollo de hábitos en torno a la exposición solar.
Otro punto a considerar: el protector solar solamente funciona una vez. Es decir, al agotarse el tiempo máximo de exposición, las sucesivas aplicaciones de protector no logran incrementar ese tiempo.