A partir de los 25 años debes preocuparte de darle agua a tu cuerpo. Una piel es seca por la falta de grasa o por la pérdida excesiva de agua.
Higiene adecuada, protección con cremas con buenos aceites y mucha agua es la receta para no lucir opaca y arrugada.
La piel seca tiene un aspecto opaco y rugoso. Se irrita con facilidad y se descama con frecuencia, presentando una textura áspera. No es la piel ideal para representar menos años, pero tiene sus ventajas si es cuidada como se debe. Primero, porque bien hidratada y suavizada, luce una superficie lisa y sin brillos.
Una piel es seca por la falta de grasa o por la pérdida excesiva de agua. Ambos motivos suelen asociarse, especialmente en los casos de piel muy fina. Ante la ausencia de grasa, la piel se encuentra desprotegida y pierde sus reservas hídricas. A partir de los 25 años, acusa con facilidad las arrugas debido a la falta de agua, por lo que la hidratación será su necesidad primordial.
A veces es un problema estacional. El uso repetido de productos irritantes, un clima seco y el viento frío pueden exacerbar la sequedad.
Se aconseja efectuar la limpieza facial en la noche y en la mañana para eliminar los residuos del maquillaje. Se recomienda, además lavar el rostro con un jabón suave y neutro. No utilice agua caliente. Para finalizar el proceso de higiene, recurra a un tónico sin alcohol que no afecte el estrato lípido (aceites naturales que actúan como un humectante natural). Es muy importante tener presente que también se debe humectar la piel del resto del cuerpo.