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El proceso de limpieza no está completo ni es efectivo si no contempla la tonificación. ¿Qué es? El sencillo pero fundamental acto de eliminar los restos del agente limpiador (crema o leche), cerrar los poros, suavizar y refrescar la piel del rostro.

Es muy frecuente que en el proceso de limpieza de la piel obviemos por completo la fase de la tonificación. Quizás porque está justo en la mitad, y entre la leche o crema que limpia y el producto hidratante o nutritivo no parece necesario introducir otro. Es un error, claro, porque entre ambas fases debe haber un agente que elimine los restos del producto limpiador y prepare para recibir el nutriente. Es lo que hace el tónico, y el más antiguo, más natural y más accesible es el agua pura, usada tibia o fría.

La tonificación es un proceso muy sencillo. Su principal acción es quitar cualquier residuo de limpiador y, de paso, fortalece la piel, preparándola para la hidratación.

Si usted ha aplicado vapor después de la limpieza, el tónico cierra los poros. Esto es muy importante, sobre todo si después va a maquillar.

Refrescan. En el mercado hay tónicos y lociones. Ambos cumplen básicamente las mismas funciones, pero las últimas tienen una acción más completa y unos efectos más específicos. Generalmente vienen enriquecidos con principios activos que van más allá de la simple tonificación, y suelen ser también fabricados de manera distinta para cumplir con los requerimientos de cada tipo de piel: normal, grasa, seca o mixta.

Los tónicos son líquidos acuosos compuestos de agua purificada o destilada y de extractos vegetales con propiedades suavizantes.

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