Si hacemos caso a su etimología, enseguida nos daremos cuenta de que
las alcachofas fueron casi con toda seguridad descubiertas y cultivadas
por los árabes. Sus orígenes se remontan al siglo IX y se piensa que
fueron introducidas a Europa a través de Italia. Desde entonces hasta
hoy, estas saludables verduras han formado parte de nuestra dieta,
especialmente en los meses de primavera. Y es que es durante esta
estación cuando la alcachofa tiene su
máxima producción y mejor sabor.
En España, su cultivo y comercialización tiene una enorme
importancia económica, sobre todo en las provincias de Alicante,
Murcia, Tarragona y Navarra. Y es la enorme variedad en lo que se
refiere a las formas de presentación (frescas, enlatadas, congeladas,
deshidratadas) lo que ha conseguido en gran medida su buena aceptación
entre los consumidores.
Propiedades y consejos sobre su consumo
Pero, sin duda, la cualidad más importante de las alcachofas es la
gran cantidad de beneficios que para la salud reporta su consumo.
Además de ser digestiva, esta verdura es altamente diurética y muy rica
en minerales, vitaminas y fibra. Por otro lado, su bajo contenido en
calorías hace que sea especialmente aconsejable en dietas adelgazantes.
No obstante, la alcachofa está recomendada para cualquier persona de
cualquier edad.
Esta planta peremne de hasta 150 centímetros de altura, cuya flor
es lo que conocemos como alcachofa, tiene distintas variedades. Las más
cultivadas en Europa son la 'verde Provenza, 'camus de Bretaña',
'mosquelina' y 'blanca de Tudela'. Y bien sea una u otra, las formas de
cocinarla son de lo más diversas: crudas (de esta manera conservarán
todas sus vitaminas y minerales), cocidas, fritas, rebozadas o
guisadas.
Además, también son muchas y muy distintas las propiedades
medicinales que se le adjudican a estas hortalizas. Tratar la anemia,
la diabetes, el estreñimiento, los cálculos de la vesícula biliar, la
gota o el reuma a base de alcachofas (o del jugo resultante de la
cocción de sus hojas) es algo más que habitual en medicina natural.
Trucos y consejos
- A la hora de elegirlas hay que procurar que estén firmes y
con las hojas bien apretadas, ya que si están abiertas querrá decir que
están pasadas. - Para conservarlas en casa, si no las va a
utilizar en seguida, es preferible meter sus rabos en un cacharro con
agua ligeramente azucarada. Al ir a prepararlas, lo mejor es ponerlas
en remojo con un chorrito de zumo de limón para hacer salir los
posibles insectos que hubiera entre sus hojas. - Antes de prepararlas, rompa el rabo y así conseguirá sacar las fibras duras del fondo.
- Si quiere conservar perfectamente su forma, átelas con un poquito de cuerda fina alrededor de las hojas.
- Recuerde que una vez cocidas no se pueden conservar más de cuarenta y ocho horas. Pasado este tiempo pueden ser tóxicas.
Si utiliza alcachofas de lata, lo mejor es aclararlas con agua
hirviendo antes de prepararlas, así no tendrán ese regusto tan
característico.- Se pueden congelar una vez cocidas para
evitar que pierdan su bonito color verde. En ese caso, añada al agua de
la cocción un poco de vitamina C. - Si en una preparación
sólo va a utilizar los fondos, no tire las hojas; puede ponerlas en
forma de flor en un plato y servirlas con una vinagreta con una
cuchardita de mostaza mezclada en ella y estarán sabrosísimas.
Un último consejo: aunque deliciosas, no es bueno abusar excesivamente
de este alimento ya que, en personas propensas, puede producir una leve
aerofagia (gases).