La Kirliangrafía se ha ganado el respeto y apoyo de destacadas
figuras de la comunidad científica internacional, merced como ya
dijimos, a la labor de pioneros investigadores que comenzaron sus
trabajos en tempranas épocas.
En 1935, el Dr. Harold Saxton Burr, de la Universidad de Yale
(E.E.U.U.), utilizando instrumentos muy sensibles de medición
eléctrica, descubrió la existencia de campos energéticos envolviendo
los cuerpos de los seres vivos, pudiendo establecer que en dichos
campos no solo se reflejaban los estados de las funciones fisiológicas
vitales, psíquicas y anímicas de los organismos, sino que también
dichos campos ejercían un contralor sobre los citados parámetros.
Recién en el año 1939, el investigador ruso Semyon Davidovitch
Kirlian, logró construir un aparato capaz de fotografiar el halo
energético que rodea a las entidades vivientes, por la acción de otro
campo magnético generado artificialmente con ciertas características
especiales. Había nacido la Cámara Kirlian.
De allí en más esforzados hombres de Ciencia, se abocaron a la tarea
de investigar y mejorar el prototipo de la máquina, actualizándola al
ritmo de las últimas novedades en cuanto a tecnología, y lo que es más
importante a establecer científicamente el vínculo existente entre las
imágenes que se obtenían del halo energético (comúnmente llamado aura)
presente en el ser humano, animales y plantas y el estado particular en
que se encuentra la persona, lo que se logró con la toma y análisis de
decenas de miles de fotografías de personas atravesando por distintas
circunstancias personales, en lo que se refiere a lo físico, psíquico,
anímico y emocional.
De la cuidadosa selección y estudio de dichas fotografías surgió un
patrón fotográfico que estableció formalmente, que de acuerdo a la
situación energética de un individuo en el momento de ser fotografiado,
las imágenes obtenidas se componían de diversas formas, colores,
fluctuaciones, y otras peculiaridades.
Durante todo este proceso se recibió el invalorable aporte de
aquellos estudiosos, que sin dejar de lado el rigor científico, poseían
afortunadamente una mentalidad abierta, sin prejuicios ni dogmas
férreos, que les permitió indagar en ciertas disciplinas y filosofías
no convencionales, como por ejemplo, la Medicina Tradicional China, con
sus doce meridianos de acupuntura, la gran mayoría de los cuales
comienzan en los dedos de la mano. Pudieron verificar experimentalmente
los conceptos que habían sido establecidos por los chinos, miles de
años atrás, es decir que dichos meridianos guardan una estrecha
relación con los órganos del cuerpo.
Por lo tanto, la cámara Kirlian capta la energía proveniente de los
dedos de la persona, pudiéndose observar los meridianos antedichos, y
en consecuencia, determinar sí dichos canales energéticos están
vibrando armoniosamente, esto es, si existe un adecuado equilibrio
entre los aspectos YIN y YANG.
Los Principios Yin y Yang son dos fuerzas universales, dos
polaridades energéticas en constante movimiento vibratorio. Según los
orientales, Yin es la sombra y Yang es la luz.
Yin es receptivo, conservador, intuitivo, y rige los estados de
cooperación, tranquilidad, pasividad, interiorización, calma, quietud
También domina el inconsciente y la poesía.
Yang es razón, expansión, exigencia, agresividad, objetividad compulsividad, conciencia, comunicación, acción, realización.
Esta energía vital con dos polaridades está presente en los seres
humanos y se repite en todo lo que nos rodea. A menudo se las asocia
con lo positivo y lo negativo, lo bueno y lo malo, pero no es así. Es
necesario que haya una polaridad, puesto que los dos polos forman el
equilibrio. Las fuerzas del Yin y el Yang, fueron descubiertas e
investigadas por los chinos hace miles de años. Fue Huang-Ti, el
Emperador Amarillo, quien mencionó por primera vez la existencia de
canales energéticos en el cuerpo humano, por donde se difunden las
fuerzas opuestas del Yin y el Yang.
Este monarca vivió desde el año 2698 hasta el 2598 A.C. Inventó un
sistema de notación musical, hizo des cubrimientos arqueológicos y creó
la Acupuntura, método terapéutico que quedó establecido en manuales
tan precisos y minuciosos que aún hoy son de gran utilidad. Allí se
explica que el cuerpo humano está recorrido por canales energeticos:
Yin y Yang, formados por setecientos puntos, precisamente aquellos que
los acupunturistas ubican y donde introducen sus agujas.
Con la creciente difusión de la Acupuntura en Occidente, no faltaron
investigadores que intentaran verificar experimentalmente, los
postulados expuestos por los antiguos chinos.
Uno de los trabajos más destacados en éste sentido fue el llevado a
cabo por el Prof. Robert O. Becker, que le llevó a plantear la
existencia de canales de energía a los cuales bautizó como “un sistema
primitivo de transmisión de datos”.
Otras investigaciones lo llevaron a observar lo siguiente:
“…descubrimos que los potenciales están organizados en un campo
eléctrico representado por líneas de fuerza, aproximadamente paralelas
al sistema nerrvioso…”.
Becker conjeturó que éste sistema primitivo de transmisión de datos
era la clave, no sólo de la curación y regeneración de los tejidos y
órganos, sino también de la alteración de los estados de conciencia.
Dado que la circulación de corriente eléctrica en el interior del
cuerpo decididamente no se producía dentro del sistema nervioso, Becker
buscó la fuente y estructura bioeléctrica que, como demostraba su
investigación, impregnaba todo el cuerpo.