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Para poder comprender los cambios que se producen cuando se
tiene diabetes es importante entender cómo funciona el cuerpo
de una persona sin diabetes.

Los alimentos se forman fundamentalmente de tres componentes:
grasas, proteínas e hidratos de carbono. Estos últimos son los
primordiales para las personas con diabetes. Existen diferentes
tipos de hidratos de carbono: los azúcares simples y los almidones.
Los azúcares simples (glucosa, fructosa…) son absorbidos muy
rápido ya que no necesitan degradarse en productos más pequeños,
sin embargo los almidones son largas cadenas de azúcares que
necesitan ser descompuestas para ser absorbidas. Diversas sustancias
de la saliva, del estómago y del intestino son las encargadas
de esta descomposición de los almidones.

Una vez absorbidos los azúcares en el intestino pasarán a la
sangre. Desde allí antes de ir al torrente sanguíneo del resto
del cuerpo pasarán al hígado, dónde buena cantidad de este azúcar
se quedará almacenado en forma de un compuesto llamado glucógeno.

El azúcar que no se queda almacenado en el hígado pasará al
resto de la sangre y desde ahí se distribuirá a todas las células
del cuerpo. Estas células utilizarán la glucosa como fuente
de energía para realizar sus funciones.

Existe otro almacén de glucógeno y son los músculos. Sin embargo,
mientras el glucógeno del hígado puede utilizarse para elevar
el nivel de glucosa de la sangre, el almacenado en los músculos
sólo puede ser utilizado por ellos mismos al hacer ejercicio.

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