El asma puede ser difícil de diagnosticar, especialmente en niños
menores de 5 años. Los chequeos físicos periódicos, que incluyen
exámenes para revisar el funcionamiento de los pulmones y para detectar
alergias, pueden ayudar a realizar el diagnóstico adecuado.
Durante
este chequeo, el proveedor de atención médica le preguntará si tose
mucho, en particular durante la noche, y si los problemas que tiene
para respirar empeoran después de realizar una actividad física o
durante una época específica del año. El proveedor de atención médica
también le preguntará si tiene síntomas como presión en el pecho,
sibilancia y resfríos que duren más de 10 días, y si algún miembro de
su familia tiene o ha tenido asma, alergias u otros problemas
respiratorios; también le harán preguntas sobre su hogar, sobre los
días en que faltó a la escuela o al trabajo y sobre cualquier molestia
que pueda haber tenido durante ciertas actividades.
Otra
forma de diagnosticar el asma es mediante una prueba que determina el
funcionamiento de los pulmones llamada espirometría. Un espirómetro
mide la mayor cantidad de aire que usted puede exhalar o expulsar
después de haber respirado hondo. El espirómetro puede medir el flujo
de aire antes y después de tomar medicamentos para el asma.
Fuente: Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
www.cdc.gov/spanish