Un
seguro es un sistema económico que tiene como objetivo cubrir un
riesgo. Sabemos que ir al dentista cuesta dinero. Seamos claros, usted
piensa que es caro, si no carísimo. Por eso tiene sentido pensar
en un seguro que evite esa barrera a la hora de verse obligado a ir al
dentista. Los dentistas tenemos que hacer dos consideraciones previas
sobre este tema. En primer lugar, creemos que se encuentra caro ir al
dentista porque fastidia ir. Fastidia quiere decir que sencillamente
nos gusta más gastar nuestro dinero en un coche o en un viaje o
en una tele. Esto nos parece a nosotros que es otra forma de decir que
no parece que sea muy importante tener una boca sana o bonita. Cuando
se dice que lo debe pagar el Estado es otra forma de irresponsabilidad,
porque al final el estado somos todos. Desde nuestro punto de vista, ir
al dentista no es caro ni es barato, sencillamente tiene su precio, nos
guste o no. Y es importante que este precio sea justo porque es
importante que lo que se haga sea lo correcto a la hora de arreglar sus
dientes. En segundo lugar, se percibe como caro porque el gasto se
concentra en ciertos momentos de nuestra vida. Mucha gente se acuerda
de San Pedro cuando llueve (¿o es de Santa Rita?) cuando truena.
A casi todos nuestros pacientes les parece que hace poco que vinieron
la última vez. Siempre es más, a veces mucho más.
Se tiende a retrasar la visita al dentista. Es importante que se sepa
que el que se cuida más su boca, el que viene con regularidad al
dentista, aparte de sufrir menos y tener una boca más entera y
más sana, gasta menos a lo largo de los años.
Los
actuales llamados “seguros dentales” diríamos que ni son seguros
ni son dentales. En realidad, no son más que sistemas de
descuento. Unas cuantas compañías descubrieron que si
hacían publicidad ofreciendo chollos captaban pacientes,
especialmente los que menos importancia le daban a sus dientes. De modo
que entonces podían ir a un dentista y decirle: si aceptas estos
precios, te mandamos un montón de pacientes. Pero aquí se
olvida que estamos hablando de un trabajo artesanal, un dentista no
puede disminuir los márgenes de beneficio a cambio de producir
más cantidad. Tendríamos que colgar a los pacientes de
una especie de cadena de montaje como si fueran coches. La
cuestión es que como nadie da duros a cuatro pesetas, los
servicios dentales basados en precios bajos son servicios
correspondientemente bajos. Y la forma de hacerlo lo sabemos nosotros y
esperamos ir informando al público, en colaboración con
las asociaciones de consumidores. En realidad, me he ido un poco por
las ramas porque lo que acabo de explicar es por qué no son
dentales. El porqué no son seguros es porque esos precios
rebajados los paga usted señor cliente. La aseguradora se queda
la prima, y usted paga después el siniestro ¿dónde
está la cobertura de riesgo? Legalmente hay una excusa: algo
pagan con su prima: extracciones, limpieza… Pregunte a su dentista y
pregunte cuánto y cómo.
Lo
único importante de todo esto es que salga barato. Nosotros
creemos que se deben diseñar buenos sistemas de seguros
dentales. Es importante desligar el gasto de la asistencia para que sea
más digerible el gasto, más suave, más asumible,
como pasa en otras especialidades de la medicina. Y además es
bueno que no sea una barrera a la hora de tener que ir al dentista de
manera que se vaya con más frecuencia y se pueda hacer
prevención.