Hay
un gran número de industrias en las que se producen gases y vapores,
que mezclándose con el medio ambiente ejercen un efecto perjudicial
sobre los individuos.
Los
efectos patógenos van a depender de la toxicidad, de la presión
parcial, concentración en el aire y duración de la inhalación. Todos
los que nos interesan se pueden detectar y
dosificar en los locales de trabajo y para cada uno existe, en la
legislación laboral una dosis máxima tolerable.
Según su mecanismo de acción los podemos clasificar en:
- Asfixiantes,
porque desalojan el aire de los pulmones (halógenos) causando a veces
edema pulmonar, impidiendo la hematosis (CO). En el grupo incluimos el
ácido cianhídrico, hidrógeno sulfurado, flúor, etc, que actúan
produciendo anoxia por diferentes mecanismos. - Irritantes en especial para el aparato
respiratorio (cloro), muchas veces además son caústicos. También pueden
ejercer su acción tóxica en la mucosa ocular y en la piel. - Tóxicos nerviosos, de acción parecida al de las sustancias anestésicas (disolventes industriales).
- De acción general (tóxicos metálicos), inhalación de vapores de mercurio, zinc, magnesio, cobre, etc.