El
diagnóstico se realiza mediante los signos y síntomas
clínicos. Requiere un cierto grado de sospecha por parte del
pediatra.
Se deberán hacer análisis de sangre, orina, pruebas cardiacas y otras, según el cuadro clínico.
El tratamiento es médico.
El tratamiento deberá realizarse en un hospital, para prevenir las complicaciones cardiacas.