Ennegrecimiento de la piel y muerte de músculo y piel situados debajo.
Crepitación en la piel.
Al apretar, parece que bajo la piel hay burbujas de aire (de hecho, hay burbujas de gas).
Inflamación.
Dolor o pérdida de sensibilidad en la zona afectada.
Secreción maloliente de las úlceras de los tejidos destruidos.
Fiebre moderada (hasta 38,3ºC)
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