Ésta es la pregunta más espantosa y también una pregunta equivocada.
Cuando se empieza a pensar en abandonar, se está poniendo la tarea de
cuidar del familiar en un contexto de éxito o fracaso. Así, la pregunta
que en realidad se está formulando es: ¿Cuándo sabré que he fracasado
como cuidador?. Pero el ingreso en una residencia no es una cuestión
de abandono o de fracaso. La pregunta que un cuidador se debe plantear
en todas etapas es: ¿Cuándo debería buscar ayuda para cuidarle?. La
respuesta, entonces, es: Pronto y con frecuencia. Estar al cuidado de
un familiar enfermo puede ser un trabajo de muy larga duración, por lo
que se ha de discernir entre qué se sabe hacer bien y cuándo se
necesita ayuda o descanso.
A medida que avanza la enfermedad y la
situación se va complicando, se necesitan más recursos para alcanzar
los objetivos marcados en el cuidado del familiar. Entonces existen
diversas opciones: centros de día, viviendas tuteladas, residencias y
ayudas en el domicilio.
Así, puede llegar un momento en el que el
cuidador principal, junto con su familia y el médico, decida que un
centro que preste atención las 24 horas del día es lo que mejor se
ajusta a las necesidades de todos los implicados. En este caso, el
cuidador sigue desempeñando su función, pero son otras las personas
quienes prestan los cuidados físicos.
La decisión de llevar a la
persona con demencia a un entorno más protector nunca es fácil. Para el
cuidador familiar es muy duro y doloroso el tomar esta decisión; pero a
veces la situación familiar es tan complicada que no tiene otra
alternativa. Siempre hay que pensar en proporcionar al enfermo la
máxima calidad de los cuidados que necesita.