Corresponde al estadio 5 de la escala GDS y parte del estadio 6, en el
que el paciente es dependiente de una tercera persona que cuide de él y
mantenga las actividades básicas de la vida diaria.
Las necesidades más comunes de esta situación radican en el manejo de
las alteraciones de la conducta y del estado físico del paciente. Desde
el punto de vista social, las ayudas de descarga familiar han de estar
pautadas. Debe gestionarse la solicitud de ayuda domiciliaria, centro
de día o ingreso residencial asistido.
La comunicación con el enfermo será nuestro gran problema: aprenderemos a leer en los gestos.
El lenguaje verbal es pobre y se limita a frases cortas, algunas veces
incomprensibles, o a monosílabos. En su lugar, toma protagonismo el
lenguaje no verbal, el de los gestos. El enfermo se comunicará con
cambios de tono de voz para decirnos que no quiere hacer aquello o que
no quiere estar allí. Nos dirá que está furioso con alguien o por algo
con una expresión
peculiar de su rostro, que deberemos reconocer, con una sonrisa, con
una mirada de complicidad. Nuestra actitud corporal, el tono de voz, la
expresión facial, los gestos que utilicemos y el contacto físico serán
la mejor manera de expresar nuestros sentimientos y transmitirle
seguridad. No obstante, si el paciente mantiene todavía cierta
capacidad de comunicación verbal, deberemos estimularlo para que la
mantenga.
– Intentar que la expresión del rostro transmita exactamente el mensaje que quiera darse.
– No reflejar preocupación, tristeza, enojo o inseguridad en el rostro.
– Usar un tono de voz suave. No gritarle ni hablarle como si no entendiera.
– Habituarse a contarle lo que estamos haciendo para integrarlo
en la actividad: «preparemos la comida, pongamos la mesa, etc.». Aunque
no le responda, al enfermo le parecerá que está participando en lo
nuestro, jugará con nosotros en el mismo juego.
– Hacerle partícipe de las conversaciones familiares, aunque su
capacidad de comprensión sea limitada, intentando hablar pausadamente y
no todos a la vez.
– Evitar comentarios críticos sobre su persona o actividades en su presencia.
– Facilitarle recuerdos personales agradables y contextualizarlos en el tiempo.
Durante la progresión de la enfermedad nos veremos obligados a
introducir nuevos cambios que de ningún modo deben perturbar su
estabilidad emocional, evitando en lo posible alteraciones de la
conducta y del sueño, que puedan desencadenar estos nuevos factores
ambientales. A estas alturas de la enfermedad, se precisa ayuda directa
durante todo el día, ya que el enfermo está perdiendo sus capacidades
básicas. Aunque la tendencia es suplir todas las necesidades, hay que
tener claro que el enfermo es una persona adulta y no un niño, al que
hay que darle el trato de respeto que se merece y cuidar especialmente
su intimidad. En todo momento hay que favorecer y mantener su
autoestima y proteger su intimidad.
– Evitar cambios de domicilio rotatorios, pues aumentan la desorientación.
– Utilizar sistemas de seguridad para el gas de la cocina, el calentador, etc.
– No dejar a su alcance objetos punzantes y productos tóxicos que pudieran ser peligrosos.
– Añadir asideros en las paredes del baño, al lado de la taza. Sustituir la bañera por ducha.
– Suprimir los muebles que puedan dificultar la fácil deambulación.
– Evitar las alfombras: peligro de caídas.
– Favorecer la orientación en casa (iluminación adecuada, señalización del baño).
– Reducir al mínimo los enseres del aseo, dormitorio, sala de estar, etcétera.
– Evitar los espejos y superficies reflejantes, puesto que
pueden alterar la conducta por falsos reconocimientos y dar lugar a
fabulaciones.
– Evitar las fugas, con cerrojos fuera de su alcance.
– Identificar al paciente para facilitar su retorno en caso de extravío.
– Ayudarle a orientarse de noche con luz tenue y permanente en los lugares apropiados.
– Preparar la mesa con pocos cubiertos y de fácil manejo.
– Presentarle los platos de forma secuencial.
– Hacer que vista ropa cómoda, fácil de poner y sacar.
– Ayudarle en la elección de la ropa, dejando que se vista solo.
– Vigilar su higiene personal. Pautarle cada paso («quítate la ropa, enjabónate los brazos, etc.»).
– Evitar la oscuridad, espacios grandes, exceso de ruido, etc.