En la actualidad, la enfermedad de Alzheimer no se cura. Aún no se
ha encontrado un tratamiento ideal que impida o cure la enfermedad sin
efectos secundarios.
No obstante, en los últimos años se han
logrado avances considerables en la investigación que permiten aliviar
algunos de los síntomas comunes de la enfermedad de Alzheimer.
Actualmente en España ya hay aprobados cinco medicamentos formulados
para mejorar la memoria y retrasar el avance de esta enfermedad. El
primero de ellos, aprobado en 1993, la tacrina, provocaba muchos efectos secundarios, entre ellos posibles daños al hígado. Por este motivo fue retirado del mercado.
Tres medicamentos más recientes (donepezilo, rivastigmina y galantamina)
han mostrado resultados positivos en la mejora de la memoria y tienen
menos efectos secundarios. Lamentablemente, estos fármacos no son
eficaces para todos los pacientes y su valor se limita a las etapas
inicial e intermedia de la enfermedad. La memantina es el último fármaco introducido en España y está indicado para las etapas moderadas y severas de la enfermedad.
Constantemente
se investigan nuevos medicamentos. Las personas interesadas en
participar en los correspondientes ensayos clínicos deben analizar con
sus médicos y familiares los posibles beneficios o perjuicios. Es
posible que su médico conozca los proyectos de investigación que
necesiten la colaboración de pacientes con enfermedad de Alzheimer o de
sus familiares y cuidadores.
En estos momentos es posible aliviar
algunos de los síntomas emocionales y conductuales más comunes de la
enfermedad de Alzheimer. Por ejemplo, el médico puede recetar tranquilizantes para aliviar la agitación, la ansiedad y los comportamientos impredecibles. También pueden recetarse fármacos para mejorar el sueño y combatir la depresión. Es posible que el médico recomiende la vitamina E, que produce algunos resultados positivos sin efectos secundarios negativos, cuando se toma en cantidades moderadas.
Es
indispensable controlar cuidadosamente la dosificación de los
medicamentos que se administran. Las personas mayores no reaccionan a
los fármacos de la misma forma que los jóvenes; el exceso de medicación
puede ser peligroso. Es importante mantener informado al médico sobre
los cambios de conducta o los nuevos síntomas que se presenten en los
pacientes que toman medicamentos.