Las principales ideas delirantes se manifiestan de forma variada:
cree que alguien le coge las cosas, extraña su domicilio, comete
errores de identificación, piensa que le han abandonado, o que su
pareja ha cometido una infidelidad. Los delirios aparecen en las etapas
intermedias o avanzadas de la enfermedad y sabemos que quienes los
padecen son más proclives al deterioro rápido y a padecer mayores
problemas de orientación así como un comportamiento más agresivo y
menos accesible al cuidador.
Cómo actuar
- Debemos facilitar la ubicación del paciente en un espacio conocido y familiar.
- Nunca debemos seguirles la corriente dándoles la razón pero tampoco discutir con ellos sobre la veracidad del delirio.
- Conviene mantener conversaciones sobre ideas coherentes, reforzándolas y favoreciendo o premiando ese tipo de discurso.
- Hay
que desviar la atención del enfermo hacia aquellas actividades o
aficiones que le hayan resultado agradables antes de caer enfermo. - Si se desorienta, hay que procurar actuar con tranquilidad sin dejarle solo.
- Se deben corregir las deficiencias visuales y auditivas. Si los delirios aparecen por la noche, podemos dejar una luz encendida.
- Si
no entiende bien lo que ve o escucha, hay que repetir la información
cuantas veces sea necesario, y si se trata de enfermos muy suspicaces,
debemos evitar hablar en voz baja en su presencia.