Entendemos por agitación la actividad verbal o motora inadecuada
que, a juicio de un observador imparcial, no parece el resultado
directo de las necesidades o de la confusión de las personas. La
agitación puede aparecer antes de la agresividad y se debe realizar un
esfuerzo para discernir las causas subyacentes a la agitación, de modo
que se pueda intervenir de forma adecuada, ya sea desde un punto de
vista social, ambiental, conductual o médico.
Cómo actuar
- La primera prioridad debe ser la seguridad del propio paciente y de las personas que le rodean.
- Buscar
el contacto visual, intentar agarrar sus manos, a la altura de las
muñecas con una suave presión que transmita tranquilidad. - Debemos distraer y centrar gradualmente su atención en algo placentero, cambiando de ambiente y actividad.
- En
muchas ocasiones los enfermos tienden a imitar determinadas conductas.
Para tranquilizarle, podemos emular su respiración para enlentencerla
poco a poco procurando que él también la modifique. - Su
entorno debe ser relajado y tranquilo. Por eso, debemos mantener
alejado al paciente de las situaciones o de las personas que le
provoquen ansiedad o agitación. - No debemos ponerle en
contacto con demasiados estímulos. Cuando éstos aparecen de forma
simultánea (televisión, radio, ruido ambiental) les producen excitación
y nerviosismo. En este mismo sentido, conviene también suprimir bebidas
con cafeína, estimulantes y/o alcohol.