El estrés parece cosa de adultos, pero no es así. Cada vez se están dando más casos de niños y jóvenes con este problema. El colegio, las tareas, los deberes, las presiones… son factores que pueden producirles grabes estados de ansiedad. Pero.. ¿cómo debe actuar un padre?
Una buena forma de ayudar a superar o no tener momentos de estrés es empezar por ayudarles a establecer relaciones sólidas. Cada vez es más común que en la unidad familiar ambos miembros trabajen y que los hijos se críen en diferentes ambientes de relaciones: abuelos, tíos, hermanos…
Esto puede llegar a ser positivo, pero siempre tienen que tener en cuenta que una de las relaciones más importantes es la que mantienen con el padre y la madre. Sé siempre su punto de apoyo. No dejes que duden nunca del amor que procesas hacia ellos. Basta con que sientan tu preocupación hacia ellos en los temas que son importante para ellos: desde los amigos hasta su serie de dibujos favorita.
También es muy positivo desarrollar su capacidad de expresar sus pensamientos y sentimientos. Intenta no limitarle, dejando así que se desarrolle como persona.
Otro aspecto fundamental es enseñarle a enfrentarse a los problemas. Proteger no está mal, pero de ahí a sobreproteger hay un paso. Los hijos, durante su crecimiento, están expuestos a muchos riesgos. Para ellos es difícil ponerse límites y no son conscientes de los peligros que corren.
Pero no por ello hay que encerrarlos en una burbuja: no dejándoles salir, hacer actividades… Por ejemplo, en vez de negarles que pasen un fin de semana fuera de casa, puedes apuntarlos a una asociación que organice salidas en la naturaleza. Entérate de quienes son sus monitores, compañeros… esto te dará seguridad y a ellos les servirá para afrontar riesgos y superar situaciones sociales.