Castigarle, ¿cómo y por qué?
Tu hijo/a es una de las personas a las que más quieres, por eso buscas siempre lo mejor para él/ella.
Pero esto no quiere decir que tengas que consentirle todos sus caprichos y permitirle hacer absolutamente todo lo que se proponga. Educar significa también saber decir no cuando es necesario y hacer entender mediante el diálogo que ciertos comportamientos no son correctos.
Seguro que más de una vez le has dicho “vete a tu habitación, estás castigado/a “, “hoy no saldrás con tus amigos/as” o “No, esta tarde no ves la tele” Pero, ¿hasta qué punto es eficaz darle una reprimenda a tu hijo? Si continúas leyendo, te indicaremos cómo debes actuar ante una mala conducta y qué vas a conseguir según los métodos que emplees para corregirla y hacerle cambiar de actitud.
Qué debes hacer
¿Qué puedes hacer cuando tu pequeño/a se porta mal y no actúa debidamente? En muchas ocasiones, lo más conveniente es aplicarle un castigo. Pero no todo tipo de reprimenda vale. Si lo que realmente buscas es dar una solución al problema que sea lo menos traumática y, a la vez, lo más eficaz posible, has de ir con mucho cuidado a la hora de imponérselo.
Ten en cuenta que, si buscas que un castigo dé resultados positivos, debes aplicarlo con prudencia para no excederte y conseguir así todo lo contrario a aquello que te habías propuesto en un principio. Según sea la gravedad del asunto, así debes actuar. No es lo mismo llamarle la atención ante una travesura sin importancia que intentar poner freno a un tipo de conducta que consideres grave.
Siempre que le castigues, habla con tu hijo o hija y explícale el motivo de tu reacción. Debe entender que no estás en su contra ni tu intención es perjudicarle en nada, sino todo lo contrario. Si, finalmente, llega a comprender su error y acepta el castigo como algo merecido, le estarás ayudando a mejorar.
Nunca debes gritarle, ni mucho menos pegarle, sin tener en cuenta el alcance de lo que ha hecho. Cuando actúas sin razonar ni medir las consecuencias de tus actos, puedes estar contribuyendo a que tu hijo/a sienta un gran resentimiento hacia ti y su comportamiento sea cada vez peor como consecuencia de sus deseos de venganza.
Aunque es difícil, a veces es necesario que te pongas un poco dura y no des tu brazo a torcer cuando te ves obligada a imponer un castigo. Si piensas que es justo, no se lo levantes antes de tiempo, pues tu hijo/a se dará cuenta de ello y no tomará en serio tus acciones para evitar su mal comportamiento. Y, a partir e este momento, los castigos dejarán de tener sentido.
Es importante que consultes con profesionales, psicólogos y profesores, el por qué de la conducta de tu pequeño/a, pues en muchas ocasiones sus acciones se deben a una causa que no sabemos ver. Que tu hijo/a actúe de una determinada manera puede significar que tiene un problema, y, en estos casos, que le regañes o castigues no va a mejorar las cosas.
Antes de imponer ningún tipo de castigo, habla con tu hijo/a y hazle entender que su actitud no está siendo buena. Si ves que es necesario hacer algo más, procura que se adecue a lo que realmente ha hecho y nunca te excedas, pues puede repercutir en él/ella de forma negativa. A veces, para educar es necesario que hagas cosas que no te gustan en absoluto, pero que también forman parte de tus deberes como madre.