Vamos a hablar de una de las cocinas más antiguas, prolíficas e inspiradoras que existen en el viejo mundo.
Hay tanto que ver en Roma. Plazas, edificios, monumentos y museos, recorrido que, disfrutarás más si es amenizado con historias y anécdotas de cada uno de los rincones.
Una de las cosas que más llama la atención aparte de esa mezcla tan fuerte entre el peso visible del pasado y la agitada vida moderna- es la calidez de su gente. En las trattorías, en los cafés, en los trenes, en cada momento y lugar, nunca falta el diálogo liviano y cordial de un italiano. Quizás lo más sorprendente es que todos hablan y saben de cocina. Y, al final, la cocina italiana termina siendo un buen retrato de su gente: sencilla, simple, repleta de frescura y sabores puros.
Los italianos saben apreciar la buena mesa y comer es uno de los momentos sagrados del día. Un menú típico suele comenzar con un antipasto (antes de la pasta) que puede ser prosciutto con higos o melón, una frugal bruscchetta o coloridas y deliciosas preparaciones sobre la base de vegetales, pescados o carnes. El antipasto es seguido por una pasta, un risotto o ñoquis. Luego se come el plato de fondo, que consiste generalmente en carne o pescado acompañados de verduras
La gastronomía italiana cuenta con un fenomenal bagaje histórico de sabores y perfumes que a partir de las civilizaciones más antiguas ha recogido lo mejor del mar mediterráneo y de las grandes culturas. Es una gastronomía distintivamente regional ya que antes de la Italia unificada, en tiempos de Vittorio Emanuele II, cada región contaba con su propia historia y cultura culinaria, basada casi exclusivamente en productos cultivados o producidos localmente.
Resistiéndose a la globalización, la cocina italiana ha sabido mantener hasta nuestros días su patrimonio local. En el norte del país se utilizan ingredientes que escasamente veremos en Sicilia o Nápoles, la mantequilla es usada en lugar del aceite de oliva y la polenta o el pan son lo cotidiano en lugar de la pasta.
En el vasto repertorio gastronómico del Veneto y la Liguria sobresalen los risotti y la pasta rellena, respectivamente. La suavidad de los cocidos (bolliti) y la gloriosa trufa blanca son típicos del Piamonte. La fértil y rica Emilia Romagna se vanagloria con la dulzura de sus embutidos, el prosciutto, el parmigiano y el aceto balsámico. La Toscana es la tierra del chianti y del aceite de oliva, del farro, de la panzanella y el panforte. La modesta y suculenta cocina de Puglia se distingue por sus preparaciones en base a vegetales y pescados, donde la tierra y el mar se conjugan en forma perfecta. La pasta y los perfumes intensos del mediterráneo caracterizan la cocina Siciliana.
Ni hablar de los funghi porcini o de los quesos como la mozarrella, el mascarpone, el pecorino o el gorgonzola, sin los cuales la cocina italiana no podría existir.
Toda esta riqueza es ciertamente difícil de resumir, pero sin duda es la que ha permitido a ricos y pobres, doctos e incultos, cocineros, artistas, poetas y muchos mas, gozar y glorificar este acto cotidiano de subsistencia que es el comer.
Algunas recetas italianas
Fettuccine nero con fruti di mare
Ingredientes:
500 gr. de harina
4 huevos
50 gr. de tinta de calamar (la encuentra en supermercados)
1 cucharadita de sal
30 cc. de aceite de oliva
Para la salsa
60 gr. de queso crema (Mascarpone o tipo Filadelfia)
200 cc. de leche
100 cc de vino blanco
1 cebolla
200 gr. de ostiones
200 gr. de erizos
200 gr. de calamares
10 cc de aceite de olivas
Salvia fresca a gusto
Preparación:
Para la masa: Unir todos los ingredientes y amasar hasta lograr una masa homogénea y brillante. Dejar reposar por 30 minutos o más. Estirar la masa con la máquina de pastas o con el uslero. Cortar los fettucine y dejar secar. Cocinar en abundante agua hirviendo con sal.
Para la salsa: Limpiar los mariscos. Saltear la cebolla en aceite de oliva, agregar el vino y dejar evaporar. Agregar la leche, la salvia y reducir. Filtrar y retirar la cebolla.
En el líquido de reducción, agregar los mariscos, el queso crema para espesar y condimentar con sal y pimienta al gusto.
Risotto verdi di asparago
Ingredientes:
2 tazas de arroz arbóreo (o un arroz de grano corto)
300 gr. de espárragos verdes
100 gr. de queso parmesano
1 taza de caldo de verduras
50 cc. de vino blanco
50 gr. de mantequilla
Sal y pimienta a gusto
Preparación:
Cocer los espárragos en agua hirviendo con sal. Una vez cocidos licuar con el caldo de verduras ( reservar las puntas).
En un sartén precalentado, saltear el arroz en mantequilla, agregar el vino blanco y dejar evaporar. Agregar el caldo (con los espárragos licuados) poco a poco, revolviendo constantemente. Una vez absorbido el líquido agregar caldo nuevamente, siempre revolviendo, hasta que el arroz esté cocido. Condimentar y agregar queso parmesano rallado y puntas de espárrago. Servir muy caliente y como acompañamiento de carnes rojas o blancas
Como plato principal funciona incorporándole trozos de carne al risotto.
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