Este tipo de calendarios marcan los veinticuatro días anteriores a la Navidad. Fueron popularizados desde Europa, el continente que dio origen a la pomposa celebración de la fechas, es una hoja llena de sorpresas para los niños.
No se sabe a ciencia cierta en qué época empezó la tradición de este calendario; tal vez fue al final del siglo XIX. Pero sólo fue hasta 1918, al finalizar la Primera Guerra Mundial y con el surgimiento de nuevas técnicas de impresión, cuando la idea gano importancia universal.
Los primeros modelos de papel, pintados con un paisaje típicamente navideño. Mirando con atención, se podía observar una serie de números -del 1 al 24- distribuidos en pequeñas ventanitas cerradas. Estaban puestos en desorden, para que los niños tuvieran que hacer el esfuerzo de identificar el día; de esta manera, se desarrollaba su capacidad de asociación. De cada ventana que se abría, salían tarjetitas con dibujos de velas, botas, bastantes muñecos de nieve y Papás Noel, entre otros, pintados en papel transparente.
Había calendarios para niños a partir de los dos años de edad. Cada pequeño tenía uno de estos calendarios, que colgaba junto a la cama. Cada mañana, el niño abría una ventana y entonces sabía que faltaba un día menos para la llegada de Papá Noel.
Además de los calendarios de pared, estaban los modelos de mesa, que tenían en el interior un candelabro con una vela. Cuando se prendía la vela iluminaba las ventanas abiertas y producía efectos especiales. Otra variación, mas reciente, fue la del calendario hecho de fieltro o tela, en el que se cosían 24 bolsitas. Los dulces, chocolates y pequeños recordatorios que se encontraban dentro tomaban el ritual de la espera aún más divertido y sabroso“.
La costumbre se volvió parte de la cultura de varios países, en especial de Alemania. Allí, la participación de los niños comienza con la confección del calendario: ellos preparan las golosinas de las bolsitas, generalmente bombones de chocolate en forma de Papá Noel, estrellas, coronas, etc. Los alemanes adoptaron también un calendario “de luces”. Cada día anterior a la Navidad se representa por una pequeña vela, de forma circular, que se prende cuando oscurece, todos los días, hasta llegar a la correspondiente al 24 de diciembre.