Las pruebas cutáneas más habituales son las de prick-test, que se realizan con una punción a un nivel cutáneo muy superficial que no estimula las fibras nerviosas del dolor. Exclusivamente generan, en el supuesto de pruebas positivas, un picor local que cede en minutos.
Los test del parche para el diagnóstico de dermatitis de contacto tampoco son dolorosos, aunque en algunos casos muy positivos se produce un picor intenso durante los días que se realizan las lecturas de la prueba.
Las pruebas intradérmicas pueden ser más molestas para niños y personas muy sensibles al dolor, aunque en la práctica habitual sólo son precisas en estudios de alergia a fármacos e himenópteros (abejas y avispas).