Aunque habitualmente sí se establece una relación clara entre los síntomas y la exposición al animal al que se es alérgico, lo cierto es que esta asociación no es tan evidente para el paciente cuando está conviviendo con el animal. En estos casos, el antígeno que desprende está por todo el domicilio y su inhalación suele ser la causa principal de la inflamación de las vías respiratorias, aunque el paciente no lo perciba así.
En consecuencia, para un buen control del proceso es necesario evitar cualquier exposición al animal, aunque sea indirecta. Si esto no fuera posible, en casos seleccionados se puede plantear una inmunoterapia específica bajo supervisión del alergólogo.