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Frecuentemente el ruido constituye una fuente de discordias en los inmuebles. Para estar en buenas relaciones con los vecinos es indispensable atenerse a ciertos usos y reglas.

Pasadas las diez de la noche, baja el volumen de la televisión, la radio y el tocadiscos, e incluso el tono de tu voz.

Que no se te ocurra esperar a esa hora para clavar unos tacos en la pared con el taladro o para pasar el aspirador; la paredes son cada día más delgadas, y por la noche los ruidos se intensifican.

También son exasperantes los ladridos, gemidos o sollozos del perro que espera la llegada de su amo.

Si tienes el suelo de parquet, no vayas arriba y abajo con tus zapatos de tacón alto. Ponte algo menos ruidoso.

Respetar el entorno contribuye al bienestar propio.

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