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A la hora en que la Confederación Internacional Sindical (CSI) publica un nuevo informe, en el que denuncia la desigualdad de género y analiza particularmente el costo que implica la violencia contra la mujer, la central sindical brasileña CUT (2) inicia este 8 de marzo una campaña contra la desigualdad salarial entre hombres y mujeres. Rosane Da Silva, miembro del Comité Femenino de la CSI y responsable nacional de las trabajadoras en la CUT, evalúa la situación relativa a la desigualdad, el impacto de la crisis sobre las trabajadoras y la violencia contra las mujeres en Brasil.

¿Ya pueden percibirse las consecuencias de la crisis financiera en las trabajadoras de Brasil?

Las mujeres brasileñas trabajan principalmente en los sectores más precarios y en la economía informal. La crisis va a acentuar esta tendencia, porque las mujeres son las primeras en ser despedidas. Desde el punto de vista cultural, sigue pensándose que la función principal de una mujer brasileña es el cuidado de la familia, no ocupar un puesto de trabajo remunerado. Se considera que las mujeres deben situarse principalmente en la esfera privada, mientras que los hombres trabajan en la esfera pública. Se necesita tiempo para cambiar ideas tan arraigadas en la sociedad. Entre tanto, son las trabajadoras las que son el blanco principal de los despidos. Ciertamente, algunas empresas despiden trabajadores porque realmente están sufriendo con la crisis, otras la utilizan como pretexto para los despidos.

Las trabajadoras también son víctimas de los recortes de los gastos sociales aplicados por las autoridades debido a la crisis. Estos gastos incluyen los presupuestos para la educación y la salud, dos sectores donde hay muchas mujeres. Los sindicatos obtuvieron recientemente del gobierno central la promesa de no reducir el gasto social, inclusive la promesa de aumentarlo, pero todavía debe ser aprobada por el Congreso. Además, están los enormes presupuestos sociales de todos los estados federados, que también se ven amenazados con reducciones.

¿Hasta qué punto las trabajadoras brasileñas son víctimas de las desigualdades salariales en comparación con sus compañeros masculinos?

En promedio, los salarios de las brasileñas son un 30 por ciento inferiores que los de los brasileños. Esta injusticia se deriva de la idea de que el empleo de una mujer es un “complemento” que se añade al ingreso familiar, pero cada vez hay más mujeres brasileñas que son cabeza de familia, que viven solas. Los sindicatos y otros movimientos sociales han reconocido la necesidad de abordar estos conceptos. El Día de la Mujer, el 8 de marzo, la CUT iniciará una campaña y uno de sus temas es la diferencia salarial entre hombres y mujeres. Nuestro sindicato ya hizo una campaña en 1995-1996, pero esta campaña será permanente. Otros de los temas son la protección de la maternidad y de la paternidad, la legalización del aborto, el aumento de la presencia femenina en los sindicatos.

¿Cuál es el nivel de representación de la mujer en la CUT?

Aproximadamente el 40 por ciento de los miembros de la CUT son mujeres, pero sólo hay 6 mujeres entre los 25 más altos dirigentes. Nuestros estatutos establecen un mínimo del 30 por ciento de mujeres presentes en todas las reuniones, pero en la práctica, ¡este porcentaje es el máximo!

La lucha contra la violencia hacia la mujer es una de las prioridades de la CSI. ¿Cuál es la situación de Brasil en este ámbito?

Una ley ratificada en 2004, protege a las mujeres contra la violencia en general. Hay debates en todo el país sobre las diferentes formas de violencia contra la mujer, que van desde el abuso emocional hasta el asesinato. Los brasileños suelen considerar a su mujer como una propiedad, lo que provoca tragedias. En 2008, por ejemplo, en Sao Paulo, una joven de 16 años fue mantenida encerrada en su domicilio durante cuatro días por su novio porque ella quería dejarlo. El cuarto día, el novio la asesinó. En una ciudad fronteriza con Uruguay, Santana do Livramento, existe mucha violencia doméstica, los que matan a una mujer se refugian en Uruguay y viceversa. Las mujeres de esta región están tratando de obtener un protocolo que permita enjuiciar a los autores de las violencias en ambos lados de la frontera. Las centrales sindicales de Uruguay y Brasil se movilizan el 8 de marzo para denunciar esta situación y obtener una legislación que proteja a las mujeres.

En el lugar de trabajo, el acoso sexual y el moral son muy intensos, en todos los sectores. Es muy difícil trabajar sobre estos temas: además de la cuestión cultural, las mujeres que denuncian tienen temor a las represalias, también sienten vergüenza con su compañero.

¿Qué pueden hacer los sindicatos para ayudarlas?

Hablar del tema, educar a las mujeres, apoyar a quienes tienen el valor de denunciar brindándoles ayuda psicológica, jurídica, … Todo nuestros sindicatos locales ofrecen este tipo de servicio. En un ejemplo reciente, una mujer apoyada por la CUT denunció el acoso de que era víctima y ganó el juicio ante los tribunales. El sindicato hizo públicos los hechos. Por temor a una publicidad demasiado negativa, la empresa decidió tomar como medida despedir a la persona culpable del acoso. Sin embargo, debemos reconocer que este tipo de casos es raro, ya que la mayoría de las mujeres no se atreven a denunciar los abusos.

Hacemos campaña para hacer entender que no importa donde se produzca la violencia contra las mujeres, sea en el trabajo o en cualquier otro lugar, hay que denunciarla y que los sindicatos están a disposición de las mujeres para ayudarlas en esta lucha. Solas, las víctimas no logran presentar una denuncia y obtener justicia, pero si sienten que tienen quién las ayude y quien las acompañe a lo largo de este proceso, que realmente no es sencillo, quizás logren hacerlo.

La CSI está organizando su primera Conferencia Mundial sobre la Mujer, del 19 al 21 de octubre de 2009 en Bruselas. ¿Cuáles son sus expectativas para este acontecimiento?

Queremos la adopción de una resolución que declare con toda claridad que es preciso luchar contra todas las desigualdades de las que son víctimas las mujeres, no sólo en el lugar de trabajo, sino también en el seno del movimiento sindical. Las resoluciones de la CSI, sea que aborden la violencia doméstica, la desigualdad salarial o de otro tipo, nos pueden ayudar a discutir con nuestros gobiernos, dan más peso a nuestras reivindicaciones. Asimismo, muestran que no es una lucha aislada, sino una lucha global.

Asistió usted al último Foro Social Mundial en Belem, en la Amazonía brasileña. ¿Qué retiene de ese acontecimiento?

El hecho de celebrar el Foro en la región amazónica incrementó el interés de los participantes por el tema del cambio climático. Los debates sobre la crisis también demostraron que todas las organizaciones sindicales y todas las ONG del mundo se ven directamente afectadas, también subrayó la importancia de una mayor unidad entre los trabajadores y trabajadoras del mundo entero para luchar contra sus repercusiones. Desde el momento en que nos damos cuenta de que la crisis será larga, es importante saber que los trabajadores no son los responsables de ella. La crisis es un momento propicio para reflexionar sobre el sistema capitalista mundial, a fin de construir otro modelo de sociedad basado más en la valorización del trabajo y la democracia participativa.

En la CUT, el Foro nos ha permitido unirnos más estrechamente con algunas ONG, con movimientos como la Marcha Mundial de las Mujeres.

Samuel Grumiau y Mathieu Debroux

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